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el 28 de junio de 2000

Foro Ginebra 2000: el Secretario General del CMI escribe al Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan


Véase el Comunicado de prensa del CMIdel 20 de junio de 2000

El 28 de junio de 2000 el Secretario General del CMI, Dr. Konrad Raiser, envió una carta al Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, en relación con el informe«Un mundo mejor para todos». Dicho informe fue hecho público por el Secretario General de las Naciones Unidas junto con los principales representantes de la OCDE, del Banco Mundial y del FMI en la inauguración de la Sesión extraordinaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Social - «Foro Ginebra 2000» - que se está celebrando en Ginebra. A continuación figura el texto completo de la carta:

«Estimado Sr. Secretario General:

Nos produjo gran satisfacción su asistencia el pasado domingo a la catedral de Saint Pierre, así como sus declaraciones, tanto en esa oportunidad como en anteriores ocasiones durante las últimas semanas, relativas a lo mucho que está en juego en el «Foro Ginebra 2000».

Sin embargo, es con cierto pesar que me siento obligado a escribirle en relación con el informe «Un mundo mejor para todos» que usted hizo público junto con los principales representantes de la OCDE, del Banco Mundial y del FMI en la inauguración de la cumbre.

Ese informe causó asombro, decepción e incluso cólera a muchos representantes de la sociedad civil y de organizaciones no gubernamentales reunidos en Ginebra para mostrar su apoyo a la Sesión extraordinaria sobre Desarrollo Social, en respuesta a lo que usted ha reiterado una y otra vez: la necesidad de un frente unido en el mundo a fin de controlar los aspectos negativos de la mundialización. Entre esos representantes se encuentran los miembros del Equipo Ecuménico coordinado por el Consejo Mundial de Iglesias.

La consternación de esos representantes de la sociedad civil, así como la de muchos delegados gubernamentales, se debió a su participación en lo que vino a significar un ejercicio de propaganda a favor de las instituciones financieras internacionales cuyas políticas se considera de manera generalizada que son las causantes de muchos de los más graves problemas que sufren los pobres de todo el mundo y especialmente los de los países pobres. Tanto nosotros como otras organizaciones no gubernamentales hemos apoyado siempre la labor de las Naciones Unidas y hemos suscrito sus esfuerzos para hacer frente a las injusticias que encarnan esas instituciones financieras. Al identificarse con los objetivos y con la visión del informe en su declaración a la Asamblea General el 26 de junio, usted ha puesto en duda la voluntad de las Naciones Unidas para reafirmar los compromisos asumidos en Copenhague y traducirlos en estrategias efectivas a fin de eliminar la pobreza y avanzar de manera significativa hacia los objetivos de un enfoque del desarrollo social centrado en los seres humanos.

El Consejo Mundial de Iglesias le hace partícipe de estas preocupaciones no como una crítica simplista a las Naciones Unidas o a su función como Secretario General. El CMI ha apoyado y cooperado con las Naciones Unidas desde la Conferencia de San Francisco. Hemos hecho tanto como puede hacer una organización profundamente comprometida con los objetivos de la Carta y que participa de manera sustancial en muchos aspectos del trabajo de las Naciones Unidas, pero no hemos dudado en mostrar nuestra crítica cuando ha sido necesario. Usted conoce bien nuestros esfuerzos constantes para apoyarlo personalmente en su inteligente planteamiento para liderar la organización mundial en épocas difíciles y cruciales. En ese sentido, acogimos con gran satisfacción su Informe del Milenio, en el que declaraba que frente a los desafíos de la mundialización era necesario un programa político eficaz para que los Estados «colaboren en la solución de los problemas mundiales, cada uno desempeñando su función y cada uno con su propia voz».

Hemos observado con consternación cómo en los últimos años el programa de las Naciones Unidas sobre desarrollo se tambaleaba, al tiempo que la responsabilidad acerca de las reformas comerciales y económicas mundiales se dejaba cada vez más en manos de la Organización Mundial del Comercio y de las instituciones de Bretton Woods, controladas por un pequeño número de países altamente industrializados. Sus políticas no sólo han sido incapaces de reducir el desequilibrio entre ricos y pobres y lograr una mayor igualdad, sino que incluso han contribuido a hacer mayor ese desequilibrio, a la práctica exclusión de un número cada vez mayor de pobres y a la desintegración social. Difícilmente se puede decir que la OCDE, formada exclusivamente por países ricos, tenga entre sus principales preocupaciones los intereses de los países pobres. Al privilegiar a esas organizaciones en la presentación de la visión de la Sesión extraordinaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Social, se ha causado un daño considerable a la credibilidad de las Naciones Unidas como última esperanza real para las víctimas de la globalización. Supone la aceptación de la lógica del mercado y podría limitar aún más el espacio de que disponen los gobiernos y la sociedad civil para desarrollar unos objetivos y unos medios alternativos a fin de alcanzar el desarrollo mediante procesos democráticos y transparentes. Una de las cuestiones más urgentes de nuestros días es establecer cómo se toman las decisiones internacionales importantes. Si las Naciones Unidas renuncian a su independencia y a su autoridad, ¿a quién pueden dirigirse los pueblos?

Soy muy consciente de las dificultades que conlleva el puesto que usted desempeña. Usted ha dicho en numerosas ocasiones que el cambio que tanto usted como nosotros deseamos que se produzca en esta sesión extraordinaria se forjaría en gran medida gracias a la imaginación, a los conocimientos técnicos y a la valentía de la sociedad civil para defender la causa de los seres humanos. Usted ha afirmado con frecuencia que esas fuerzas son su fuente de esperanza y de apoyo. El lema de nuestro equipo ecuménico, que ha participado activamente desde la cumbre de Copenhague en la preparación del Foro Ginebra 2000, ha sido: «Por un cambio de mentalidad». En este espíritu, nosotros seguimos con usted y lo apoyamos, animándolo a que mantenga categóricamente los objetivos que a menudo ha expresado para esta Cumbre Social.»

(Pulsen aquí para leer la rispuesta de Kofi Annan.)


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