Consejo Mundial de Iglesias
COMITÉ CENTRAL
Potsdam, Alemania
29 de enero - 6 de febrero 2001
Documento No. PR II 1rev2


Aprobado

MENSAJE DE INAUGURACIÓN DEL
DECENIO PARA SUPERAR LA VIOLENCIA:
LAS IGLESIAS EN POS DE LA RECONCILIACIÓN Y LA PAZ

¡Los saludamos en nombre de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador!

"Que el Dios de la esperanza los llene de todo gozo y paz en la fe, para que abunden en esperanza por el poder del Espíritu Santo." Romanos 15:13.

Dejando atrás un siglo de violencia, estamos hoy reunidos en la inauguración del Decenio para Superar la Violencia: las iglesias en pos de la reconciliación y la paz (2001-2010), deseosos de infundir esperanza de redención en los albores de este nuevo siglo. Venimos de los cuatro confines de la tierra, conscientes de la urgente necesidad de erradicar la violencia que invade nuestras vidas, nuestras comunidades, nuestro mundo y todo el orden creado. Inauguramos este Decenio en respuesta al profundo anhelo que sienten nuestros pueblos de construir una paz duradera basada en la justicia.

Inauguramos este Decenio con espíritu de arrepentimiento por que nosotros los cristianos nos contamos entre los que han infligido violencia o la han justificado. También conocemos la violencia porque hemos sido víctimas y damos gracias a Dios por el fiel testimonio de los mártires cristianos.

Inauguramos este Decenio al mismo tiempo que el "Decenio Internacional de las Naciones Unidas de una cultura de paz y no violencia para los niños del mundo" (2001-2010).

Como uno de los más violentos de la historia humana, el siglo XX ha sido testigo de:

A pesar de todo esto, por la gracia de Dios, los últimos cien años también han sido testigos de logros notables en muchos ámbitos. Personas de fe en todas las partes del mundo tienen ahora la oportunidad de hacer uso de importantes avances en las comunicaciones, el transporte, la ciencia y en otros ámbitos para poner fin a la violencia y promover la vida en toda su plenitud en todas partes.

El espíritu de entrega de muchas personas, organizaciones y movimientos a lo largo del último siglo, incluidos los militantes de la noviolencia, nos sirve de inspiración para llevar adelante su excelente trabajo con miras a establecer nuevas normas mundiales de derecho y de conducta e instrumentos internacionales de cooperación basados en la democracia y en el estado de derecho, trazar proyectos de construcción de la paz, y promover la justicia social y económica para todos y la salvaguardia de la Creación. Y despierta entre nosotros una auténtica esperanza en el cambio social noviolento.

Damos gracias a Dios por los grandes progresos del siglo pasado en la búsqueda de la unidad de los cristianos. Mencionemos, en particular, la fundación del Consejo Mundial de Iglesias, tras las dos guerras mundiales, la creación de organizaciones ecuménicas en todo el mundo, y la curación de antiguas divisiones entre las iglesias. Prometemos continuar en este empeño para alcanzar la paz y la justicia.

Nuestra inspiración se basa en nuestra fe y nuestra relación personal con Jesucristo, el Señor, Príncipe de Paz (Isaías 9:6), que está siempre presente entre nosotros y "es el mismo ayer, hoy y por los siglos” (Hebreos 13:8). Jesucristo nos reconcilió con Dios y unos con otros, anunciando la paz (Efesios 2:14-17; 2 Corintios 5:18) y una nueva relación entre los que estaban separados por razón de distanciamiento y enemistad. Nuestra fortaleza ante la violencia y nuestra constante capacidad de superar la violencia proceden del aliento que nos infunde sin cesar el Espíritu Santo en el corazón, y en la vida de la iglesia. Los que han sido incorporados en Cristo reciben del Espíritu Santo el poder de vivir conforme a Cristo.

En el Decenio para Superar la Violencia: las iglesias en pos de la reconciliación y la paz, debemos empezar por nosotros mismos, por nuestra manera de pensar, por nuestra manera de actuar en nuestras familias, con nuestros vecinos, en nuestros países y en nuestras iglesias. La verdadera fortaleza de la Iglesia sigue siendo la aparente falta de poder del amor y de la fe. Debemos esforzarnos cada día por redescubrir y vivir la experiencia de ese poder. La erradicación de la violencia nos conmina a vivir concretamente nuestro compromiso cristiano con espíritu de honestidad, de humildad y de entrega. En este momento decisivo de la historia, inauguramos el Decenio para Superar la Violencia: las iglesias en pos de la reconciliación y la paz, como exhortación urgente a las iglesias y a las organizaciones ecuménicas a:

Abrimos nuestros corazones y tendemos las manos a todos los que estén deseosos de trabajar juntos para poner fin a la violencia y construir una paz duradera con justicia. Conscientes de que Dios reina como supremo señor sobre todos para siempre y está presente entre nosotros en Jesucristo por el Espíritu Santo, oramos juntos por la nueva creación que Dios nos ha prometido.

Reunidos con ocasión de la inauguración mundial del Decenio para Superar la Violencia: las iglesias en pos de la reconciliación y la paz, en el amanecer del nuevo siglo, oramos con las palabras de San Basilio el Grande:

Nuestra alma te busca al despuntar el alba, oh Dios,
porque luz son tus mandamientos.
Enséñanos, Señor, tu justicia
y haznos dignos de seguir tus mandamientos
con todas nuestras fuerzas.

Aleja toda tiniebla de nuestros corazones.
Concédenos el Sol de la justicia
y protege nuestras vidas de malas influencias
con el sello de tu Santísimo Espíritu.
Dirige nuestros pasos por el camino de la paz
y concédenos la paz cada mañana
para que podamos elevar nuestros himnos
a ti Padre, Hijo y Espíritu Santo,
el único Dios,
que no tienes comienzo ni fin"
y eres el creador de todas las cosas. Amén. (siglo IV)

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