Contenido

  • Panorama general
  • Introducción
  • Responsabilidad de los países contaminadores
  • Preocupaciones en relación con las propuestas que han de examinarse en la COP 6
  • Opciones más viables y equitativas para hacer frente al cambio climático.
  • Dimensiones teológicas y éticas
  • Recomendaciones a la COP 6
  • Fuentes de referencia
  • Los participantes en la Consulta del CMI sobre la Justicia y el Comercio de los Derechos de Emisión - Dimensiones Teológicas y Éticas, Saskatoon (Canadá), del 9 al14 de mayo de 2000

    Información directa de COP6 durante la conferencia: comunicados, declaraciones, boletín...

  • LA ATMÓSFERA COMO BIEN COMÚN DE LA HUMANIDAD:
    CUIDADO RESPONSABLE Y COMPARTIR EQUITATIVO

    Una declaración del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) en favor de la justicia sobre el Cambio Climático

    Elaborada en el marco del 6° Período de Sesiones de la Conferencia de los Estados Partes (COP 6) en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se celebrará en La Haya, Países Bajos, noviembre del 2000

    Panorama general

    La atmósfera es un bien común de la humanidad. Envuelve la Tierra, sustentando y protegiendo la vida. Es parte de la creación de Dios. Ha de compartirse entre todos, en el presente y en el futuro. No debe permitirse que los poderes económicos y políticos perjudiquen el buen estado de la atmósfera ni que pretendan poseerla.


    Las sociedades humanas están modificando la composición química de la atmósfera debido al uso excesivo de combustibles fósiles. Los seres humanos y otros miembros de la comunidad de vida a la que pertenecemos ya sufren las consecuencias de los cambios climáticos, y los pronósticos científicos indican un aumento de la cantidad de seres afectados y una agravación de ese sufrimiento que tiene un efecto negativo sobre la salud, la seguridad alimentaria y el hábitat.

    Los países más ricos con elevados niveles de emisión per cápita, han precipitado la crisis del cambio climático, y tienen, por lo tanto, la responsabilidad moral de reducir de manera considerable sus nive-les de emisión.

    No se debería permitir que los países ricos contaminantes puedan eludir su responsabilidad mediante la subvención de proyectos en otros países.

    A lo largo de los años, desde la aprobación del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en la Cumbre de la Tierra de Río, en 1992, la atención ha dejado de estar centrada en medidas de reducción de las emisiones en los países ricos contaminantes y se ha comenzado a dar prioridad a estrategias que permitan a esos países comprar créditos de reducción a bajo costo en otros países.

    El comercio de los derechos de emisión en virtud del Protocolo de Kyoto violaría el criterio de eficacia ecológica porque no garantizaría una reducción real de las emisiones.

    Los mecanismos propuestos para ese comercio como el mecanismo para un desarrollo limpio plan-tearían graves problemas de justicia y equidad. Al establecer el sistema sobre la base de las tradicionales modelos de emisión se refuerza la desigualdad entre ricos y pobres que ha sido una constante en la historia por lo que respecta a la explotación de los recursos y la utilización del espacio ecológico de la atmósfera olvidando que se trata de un bien común.

    Los riesgos que conlleva el mecanismo para un desarrollo limpio aumentan las desigualdades entre ricos y pobres. Para poder satisfacer los correspondientes objetivos de reducción, los países más ricos podrían hacer suyas las reducciones a bajo costo de los países en desarrollo. De esta forma, cuando llegue el momento en que los países más pobres tengan que asumir compromisos de reduc-ción en el futuro sólo tendrían como opción estrategias de reducción caras.

    El mecanismo para un desarrollo limpio encerraría aún más los países más pobres en la fase del car-bono, mientras que las naciones más pobres de África se encontrarían en grave desventaja. Debido a su pobreza y al bajo nivel de emisiones per cápita, no podrían atraer inversiones de los países indus-trializados.

    La amenaza del cambio climático nos obliga a buscar otras soluciones a fin de estabilizar las concen-traciones de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera. Una energía que no genere emisiones de carbono es una necesidad y una posibilidad real en el futuro.

    Un enfoque alternativo más viable y equitativo podría ser un modelo en el que se consideraría la at-mósfera como bien común, y que se basaría en una asignación equitativa de los derechos de emisión de gases de efecto invernadero como podría ser el nivel de convergencia per cápita (o sea sostenible a largo plazo). Los países que utilicen la atmósfera que se considerará como bien común de todos más allá del nivel de convergencia tendrían que pagar una multa al Fondo Mundial de la Atmósfera como Bien Común. El Fondo permtiría prestar asistencia a los países empobrecidos y a los que tienen economías en transición para que puedan avanzar hacia una economía que no utilice formas de energía que emitan gases de efecto invernadero, sino que esté centrada en formas renovables de energía como la energía solar, la biomasa, la energía eólica, y la energía hidroeléctrica en pequeña escala.

    Toda la humanidad es hecha a imagen y semejanza de Dios y todo en la naturaleza lleva la impronta de Dios. Por esta razón debemos adoptar el principio orientador de la equidad. La herencia de Dios está destinada al cuerpo comunal, concepto que incluye toda la naturaleza.

    La destrucción de la atmósfera de la Tierra es un pecado contra Dios. Dios otorga el perdón verdadero únicamente cuando el pecador se arrepiente de verdad. El verdadero arrepentimiento requiere una conversión del corazón y un cambio de comportamiento. Sólo entonces puede experimentarse el perdón verdadero. Los países que tienen un alto nivel de emisiones necesitan pasar por una conversión profunda y demostrar un nuevo comportamiento antes de buscar el perdón.

    1. Introducción

    1.1 La atmósfera como bien común de la humanidad La atmósfera envuelve la Tierra, sustentando y protegiendo la vida. Como respuesta al amor de Dios por la creación, tenemos la responsabilidad de velar por el bienestar de la Tierra y sus procesos ecológicos. Las plantas, los animales y cada miembro de la familia humana dependen de ese don y tienen derecho a una vida duradera de la Tierra. La atmósfera no pertenece a nadie y ha de compartirse entre todos, en el presente y en el futuro. No debe permitirse que los poderes políticos y económicos perjudiquen el buen estado de la atmósfera ni pretendan poseerla.

    El término inglés "commons " se refiere a lo que se comparte en una comunidad. Entendemos que la atmósfera forma parte de la creación de Dios y que, por lo tanto, pertenece a Dios. Por esta ra-zón ha de cuidarse con responsabilidad y compartirse entre todas las naciones. A fin de hacer frente a las consecuencias de la dominación que ejercen los seres humanos sobre la naturaleza, es necesario reconocer y afirmar que la atmósfera es un bien común de la humanidad. Bien co-mún presupone una comunidad: sus miembros pueden reivindicar iguales derechos respecto a todo lo que comparten. Un bien común de la humanidad presupone una comunidad mundial que no existe actualmente en la confrontación entre un pequeño grupo de países ricos y poderosos que defienden sus privilegios y la mayoría de los otros países que reivindican sus derechos so-ciales, culturales y económicos esenciales. Afirmamos la necesidad de una comunidad internacio-nal justa, participativa y viable.

    1.2 La urgencia de la amenaza del cambio climático Las sociedades humanas están modificando la composición química de la atmósfera a causa del uso excesivo de combustibles fósiles. Los gases contaminantes se acumulan en la atmósfera y retienen cada vez más el calor del sol - conduciendo a un calentamiento gradual de la tierra. De los diversos gases de efecto invernadero el dióxido de carbono (CO2) es el que tiene mayor efecto. El CO2 se produce por la combustión de combustibles fósiles para producir energía destinada a la electricidad, la industria y el transporte. La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera ha aumentado pasando de aproximada-mente 270 ppmv (partes por millón por volumen) en el momento de la revolución industrial a 365 ppmv actualmente.

    1.3 Durante los últimos cien años, la temperatura media de la superficie de la tierra ha aumentado en 0,5 a 1,1°F (0,3-0,6°C). El decenio de 1980 y el decenio de 1990 han sido los más cálidos regis-trados hasta ahora. El aumento de la temperatura afecta a muchos aspectos del clima: al régimen de los vientos, la cantidad y la configuración de las precipitaciones, y la índole y la frecuencia de los fenómenos meteorológicos graves. El nivel del mar se ha elevado durante el último siglo pa-sando de 3,9 a 10 pulgadas (10 - 25 cm) debido a la dilatación térmica de los océanos, y los cien-tíficos consideran que, de seguir así estas tendencias, podría elevarse un promedio de 5 cm por decenio durante los próximos cien años. Algunos cálculos prevén que los niveles del mar podrían elevarse un metro para el año 2100.

    1.4 Los seres humanos y otros miembros de la comunidad de vida ya están sufriendo las consecuen-cias de los cambios climáticos y las previsiones científicas apuntan a un aumento de la gravedad de ese sufrimiento que tiene un efecto negativo sobre la salud (por ejemplo el stress causado por el calor, la propagación de las enfermedades tropicales, etc.) la seguridad alimentaria y el hábitat. Particularmente vulnerables son las personas que viven en países isleños de baja altitud y en los deltas de los ríos así como las personas pobres en los países expuestos a inundaciones y se-quías. Es muy probable que los países empobrecidos sufran desproporcionadamente por el cam-bio climático, en parte, a causa de su geografía y, en parte, debido a su falta de recursos para adaptarse a los cambios.

    1.5 La desigual responsabilidad en relación con el cambio climático No todas las sociedades han contribuido en la misma forma a agravar este problema. Más del 80% de las emisiones de dióxido de carbono que se han acumulado en la atmósfera durante los últimos 150 años proceden de los países ricos del Norte. Actualmente, las emisiones anuales de CO2 a nivel mundial suman en total el equivalente de aproximadamente cuatro toneladas por persona en toda la Tierra. La desigual-dad en el uso del bien común que representa la atmósfera es flagrante si se comparan los índices reales de varios países:
    País Emisiones de CO2 por tonelada por persona
    Estados Unidos
    Alemania
    Japón
    España
    China
    Brasil
    India
    Kenya
    19,53
    12,13
    5,64
    2,2
    1,43
    0,81
    0,18

    1.6 Negociaciones intergubernamentales sobre el cambio climático Los gobiernos comenzaron el examen del cambio climático, en 1990, después de que la Segunda Conferencia Mundial sobre el Cambio Climático, una importante reunión internacional de científicos, confirmó la gravedad del problema y la necesidad de tomar medidas. En la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, en 1992, se aprobó la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que entró en vigor con ocasión del primer período de sesiones de la Conferencia de los Estados Partes (COP1) celebrada en Berlín, en 1995, tras ser ratificada por un número suficiente de países. Para entonces ya se había reconocido que los compromisos generales concluidos por los países industrializados más ricos para limitar las emisiones de dióxido de carbono en virtud del Convenio Marco eran insuficientes habida cuenta de la gravedad y la urgencia del problema. Las negociaciones continuaron y, en 1997, en la Conferencia de las Partes (COP3) se aprobó el Protocolo de Kyoto. En el Protocolo de Kyoto se pide a la mayoría de los países del Norte más ricos que reduzcan el total de sus emisiones de gases de efecto invernadero a un nivel inferior en no menos del 5% (los compromisos cuantificados de cada país varían, pero el total acumulado debe ser del 5,2%).

    1.7 El objetivo es sustentar comunidades viables en un futuro que no utilicen formas de energía que produzcan emisiones de dióxido de carbono El modelo de desarrollo industrial seguido durante los últimos doscientos años en las sociedades occidentales, y reproducido cada vez más a nivel mundial, dependía en gran medida de la utilización de combustibles fósiles. La amenaza del cambio climático nos obliga a buscar otras soluciones a fin de estabilizar las concentraciones de CO2 en la atmósfera. Una energía en el futuro que no produzca emisiones de carbono es no sólo una necesidad sino una posibilidad realizable. Podemos modificar nuestra forma de vivir a fin de pro-mover comunidades sanas y viables. Las sociedades occidentales más ricas, los países en vías de industrialización, las naciones con economías en transición y los pueblos empobrecidos pueden beneficiarse de la transición hacia formas renovables de energía.

    1.8 Estrategias que promueven la responsabilidad y la equidad Para hacer frente al cambio climático, los países que son responsables de un alto nivel de emisión de gases de efecto invernadero per cápita deben reducir esas emisiones de forma radical. Tienen la obligación de reconocer su responsabilidad en la agudización del problema del cambio climático y de reducir con el tiempo sus altos niveles de consumo hasta que alcancen niveles racionales tanto desde un punto de vista ecológico como en términos de equidad. Esto se ha llamado una trayectoria de contracción. Por otra parte, los países empobrecidos tienen actualmente niveles relativamente bajos de utilización de energía fósil. Sus emisiones aumentarán en el futuro cuando comiencen a aplicar estrategias que les permitan satisfacer las necesidades humanas básicas y mejorar el nivel de vida. Los paí-ses más pobres tienen que hacer frente al desafío de elevar los niveles del consumo de recursos a un ritmo mucho más lento que el que aplicaron los países industriales en su época. A esto se ha llamado la trayectoria de la convergencia. El objetivo de una energía que no produzca emisiones de carbono en el futuro, que sea sostenible y equitativa, es posible mediante la contracción y la convergencia.

    1.9 Criterios de evaluación de las propuestas para hacer frente al cambio climático Debido a su renuencia en aceptar su obligación de reducir las propias emisiones, algunas de las naciones más ricas han basado su respuesta ante todo en el concepto de eficiencia económica, tratando de encontrar las oportunidades a más bajo costo para obtener créditos de reducción de emisiones, por lo general en países menos prósperos. La eficiencia económica no es el único criterio ni el más importante que debe aplicarse en la evaluación de las propuestas para hacer frente al cambio climático. Toda estrategia debe evaluarse tanto en términos de eficacia para el medio ambiente (o sea, si permite realizar reducciones importantes), como de equidad (o sea, si permite distribuir de forma equitativa los costos y los beneficios), y de responsabilidad (o sea, si obliga a quienes son más responsables y tienen mayores medios a que realicen efectivamente reducciones).

    2. Responsabilidad de los países contaminadores

    2.1 Los objetivos de reducción actuales son insuficientes habida cuenta de la urgencia del problema Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) sería necesario reducir las emisiones anuales de dióxido de carbono en el plano mundial en un total del 60 al 80% a partir de los niveles actuales para poder estabilizar las concentraciones de CO2 en la atmósfera en 450 ppmv a finales del siglo XXI con miras a evitar los efectos más graves del cambio climático. Incluso este nivel representa un ingente aumento de los niveles de concentración comparados con los niveles de hace 150 años (250 ppmv) y conllevará inevitablemente un importante calentamiento de la tierra y los consiguientes cambios climáticos. Una reducción de las emisiones a nivel mundial del 60 al 80% contrasta claramente con el 5% de reducción por parte de los países industrializados más contaminantes que figura en el Protocolo de Kyoto. A pesar de que esta reducción es insignificante, poderosos intereses económicos y políticos de algunos de los países más ricos organizan campañas para tratar de persuadir al público de que la ciencia está equivocada y de que ratificar el Protocolo de Kyoto y cumplir con el compromiso contraído conducirá a un desastre económico.

    2.2 El principio de quien contamina paga es insuficiente sin un cambio de comportamiento por parte de los países responsables de la contaminación Los países industrializados ricos, cuya población representa la cuarta parte de la población mundial, generan actualmente las tres cuartas partes de las emisiones de CO2 a nivel mundial. Por lo tanto, tienen la responsabilidad moral de reducir considerablemente sus propias emisiones. El principio de quien contamina paga es pertinente pero insuficiente si significa que esos países podrían continuar con altos niveles de emisión si tienen recursos para comprar créditos que les permitan alcanzar los objetivos de reducción que se les han asignado. Los países que contaminan tienen que cambiar su comportamiento a fin de reducir la contaminación en la fuente.

    2.3 Las medidas de reducción deberían aplicarse ante todo en los países ricos contaminantes y no transferirse a otros países No debe permitirse que los países ricos contaminantes puedan eludir su responsabilidad mediante la subvención de proyectos en otros países. Reducir las emisiones en el propio país no es sólo un imperativo moral sino que puede tener un importante efecto positivo de estímulo para la innovación tecnológica con miras a un mayor rendimiento energético y al desarrollo de opciones de energía renovable que permitan reducir los costos gracias a economías de escala. De este modo se echaríapor tierra el argumento presentado por los países contaminantes ricos de que necesitan la opción de comprar créditos de emisión a otros países porque la reducción en el propio país sería muy onerosa. Estas tecnologías podrían ser utilizadas en otras partes del mundo y contribuir a una conversión en el plano mundial a una energía que no emita gases de efecto invernadero para el futuro.

    2.4 Poderosas industrias y sociedades transnacionales No son sólo los gobiernos los que tienen la responsabilidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático. Algunas compañías producen aún más emisiones que el total de emisiones de muchos Estados juntos. Si se tiene en cuenta únicamente el petróleo producido por Shell, cabe señalar que genera más dióxido de carbono que la mayoría de los países del mundo incluidos Canadá, Brasil, Francia, Australia y España. La producción de BP Amoco es responsable de emisiones que sobrepasan las del país donde tienen su sede, Gran Bretaña, mientras que las emisiones de Exxon Mobil pueden equipararse al 80% de todas las emisiones de África.

    2.5 Capacidad potencial de reducir las emisiones Es posible realizar reducciones considerables de CO2 mediante el mejoramiento del uso eficiente y económico de la energía y el desarrollo de otras formas renovables de energía. Ha habido importantes avances en el mundo que pueden tomarse como ejemplos concretos de formas de lograr reducciones radicales de la cantidad de energía que se necesita por unidad de producción y transporte mediante el mejoramiento del uso eficiente y económico de la energía:


    Las formas renovables de energía pueden reducir aún más las emisiones de CO2 . La energía eólica y la energía solar son dos de las más auspiciosas tecnologías renovables. Aunque aún sólo repre-sentan una pequeña parte de las necesidades energéticas del mundo, la energía solar y la energía eólica tienen mayor aceptación que cualesquiera otras formas de energía. En 1998, la utilización de energía eólica aumentó el 30% en todo el mundo y la energía solar el 16% en todo el mundo. 2.6 Aunque la innovación tecnológica puede ayudar a que las sociedades humanas reduzcan de ma-nera significativa los niveles de emisión de gas de efecto invernadero, esta revolución de la efica-cia tiene que complementarse con una revolución entre las clases de alto consumo en el mundo relativa a lo que necesitan realmente para vivir. Las pautas de alto consumo actuales no sólo pro-ducen elevados niveles de emisión y, por lo tanto, cambios en el clima que perjudican a los más vulnerables, sino que socavan la calidad de vida de los consumidores ricos, que sólo se preocu-pan de adquisiciones materiales y de obtener los recursos necesarios para satisfacer esos de-seos, perdiendo de vista la importancia de valores como la relación, la comunidad y la solidaridad.

    Reflexionar acerca de lo que es suficiente para una buena calidad de vida puede inducir a la gente a reorientar sus vidas hacia la moderación y la sencillez en el vivir. Estos conceptos y prácticas tienen una larga historia en muchas tradiciones religiosas.

    2.7 Quienes se oponen a tomar medidas para hacer frente al cambio climático suelen decir que una reducción importante de las emisiones de gases de efecto invernadero sería un desastre para las economías a nivel nacional y mundial. Los análisis en los que basan sus reivindicaciones exageran invariablemente los costos del abandono de una economía basada en el carbono y subestiman los beneficios económicos importantes que se obtendrían con esta reorientación.

    2.8 En una alocución sobre "Desarrollo, Equidad y Sostenibilidad", pronunciada en febrero de 2000, en una reunión regional del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el embajador Raúl Estrada Oyuela de Argentina colocó esos costos económicos en una perspectiva mundial de justicia. Señaló que si los Estados Unidos cumplieran cabalmente con el compromiso de reducción contraído en virtud del Protocolo de Kyoto mediante medidas tomadas estrictamente a nivel nacional, los cálculos más conservadores indican que el costo sería de apro-ximadamente 185 dólares C/tm.corta. Esto representaría una carga anual para la economía de Estados Unidos de 96 dólares por 109 ó el 0,94% del producto interno bruto (PIB). Al mismo tiem-po, de conformidad con las estadísticas del Banco Mundial, el pago de los intereses de la deuda externa representó una parte importante del PIB de los países en desarrollo que, según valores de 1997, fue para Argentina del 6,3%, para Brasil del 4,7%, para Indonesia del 9,5%, para Malasia del 7,6% y para México del 10,9%.

    3. Preocupaciones en relación con las propuestas que han de examinarse en la COP6

    3.1 Los mecanismos de flexibilidad y la cuestión de los sumideros desvían la atención que debería estar centrada en la reducción de las emisiones en los países contaminantes. Los países estable-cieron ellos mismos el plazo hasta la COP6 en La Haya, en noviembre de 2000, para convenir en la puesta en marcha de un plan de aplicación del Protocolo de Kyoto. A lo largo de los años desde la aprobación de la Convención Marco sobre Cambio Climático en la Cumbre de la Tierra de Río en 1992, la atención ha ido dejando de estar centrada en la prioridad de las medidas de reducción de las emisiones en los países contaminantes más ricos. En su lugar, las negociaciones se han centrado en estrategias que permitirían en teoría a los contaminadores cumplir con sus compromisos de reducción. Esas estrategias, los así llamados mecanismos de flexibilidad en el Protocolo de Kyoto, tendrían un efecto a largo plazo limitado sobre los niveles de emisión reales. Hay razones para inquietarse sobre todo por lo que respecta a dos de esos mecanismos de flexibilidad: el mecanismo relativo al comercio internacional de los derechos de emisión y el mecanismo para un desarrollo limpio.

    3.2 Y lo que es más, algunos de los países más ricos ejercen una fuerte presión para que se adopte como prioridad el aumento de la cantidad de sumideros de dióxido de carbono como los bosques y, en particular, las prácticas agrícolas relacionadas con la absorción del dióxido carbono en el suelo. Aunque el incremento de los sumideros contribuye a objetivos ecológicos útiles, es una estrategia insuficiente para hacer frente al problema del cambio climático debido a que aún hay muchas dudas a nivel científico acerca de los procedimientos de sumidero, y respecto de la índole provisional de la captación de los gases de efecto invernadero en los sumideros (por ejemplo, los árboles mueren o se queman y esto ocasiona la liberación del dióxido de carbono). La utilización de sumideros no puede sustituirse a la necesidad de hacer frente al problema de cambio climático en su fuente, o sea, la reducción, ante todo, de las emisiones.

    3.3 El comercio de los derechos de emisión en el Protocolo de Kyoto falla por sus efectos en el medio ambiente El mecanismo básico del comercio internacional de los derechos de emisión estipulado en el Protocolo de Kyoto permite a los países, cuyos niveles de emisiones estén por debajo de los compromisos cuantificados de limitación y reducción de las emisiones estipuladas en el Protocolo, transferir la diferencia a otro país. Toda fracción de una "cantidad atribuida" que se transfiera se deduce de las emisiones permitidas al país que la transfiere y se suma a las del país que la adquiere. Sólo podrán participar en estas operaciones de comercio de los derechos de emisión en virtud del Protocolo de Kyoto los países que figuran en el Anexo B de dicho Protocolo en el que se incluye la mayoría de los países industrializados del Norte. Los países en desarrollo no están incluidos de momento en ese plan de comercio de los derechos de emisión.

    3.4 La principal razón por la que algunas de las naciones industrializadas más ricas hicieron tanta presión para que se incluyera ese mecanismo de comercio de los derechos de emisión en el Pro-tocolo de Kyoto era que estaban convencidas de que la necesidad de encontrar medios menos costoso de cumplir con sus compromisos de reducción que la reducción de las emisiones en su propio país. Según ellas, encontrar una forma más barata de alcanzar sus objetivos satisfaría el criterio de eficiencia económica. Sin embargo, el comercio de los derechos de emisión en virtud del Protocolo de Kyoto violaría el criterio de eficacia ecológica. Para que este comercio reúna los criterios de eficacia ecológica debería dar lugar a una reducción real de las emisiones de gases de efecto invernadero. Si se aplicara ese sistema de comercio de los derechos de emisión, la principal fuente de créditos de emisión serían los países de Europa del Este con economías en transición. Sus niveles de emisión han caído considerablemente desde 1990 (aproximadamente el 30%), aunque no como resultado de medidas que esos países hayan tomado para lograr un mayor rendimiento energético sino debido al hundimiento de gran parte de su economía industrial. De esta manera, los países industrializados ricos podrían cumplir con sus obligaciones de reducción mediante la adquisición de esas reducciones de emisiones ficticias. Los efectos netos en la at-mósfera que es un bien común de la humanidad no representarían una reducción real de las emi-siones poniendo en evidencia que el sistema falla desde un punto de vista medioambiental. Violar el criterio de eficacia ecológica a sabiendas sería un verdadero fraude ecológico.

    3.5 Los mecanismos de intercambio como el Mecanismo para un desarrollo limpio plantearía graves problemas de equidad y justicia Las disposiciones del comercio de los derechos de emisión contenidas en el Protocolo de Kyoto consagran un sistema de asignación de derechos para las naciones ricas por lo que respecta a la atmósfera que sería muy injusto si se ampliara en el futuro para incluir a los países pobres. Tomando como base el año 1990, el Protocolo de Kyoto da a las naciones ricas, que ya son responsables de altos niveles de emisión plenos derechos de propiedad sobre las "cantidades atribuidas", o sea, derechos basados en sus tradicionales altos niveles de emisión. A estos países se ha otorgado el derecho de utilizar esas cantidades atribuidas como derechos de propiedad: de utilizar las cantidades atribuidas en su totalidad, de comercializar las fracciones de emisiones no utilizadas, y de colocar en su haber emisiones no utilizadas en previsión de futuros compromisos de reducción. Si en algún momento en el futuro los países más pobres tuvieran que participar en el sistema, estarían muy en desventaja debido a sus niveles mucho más bajos de emisiones. Establecer el sistema basándolo en los modelos de emisión tradicionales refuerza una historia de desigualdad entre ricos y pobres en términos de explotación de recur-sos y de utilización del espacio ecológico en la atmósfera que es un bien común.

    3.6 El Mecanismo para un desarrollo limpio podría agudizar las desigualdades entre ricos y pobres Actualmente, las opciones de reducción de emisiones a más bajo costo se encuentran en las economías de los países más pobres del Sur de escaso rendimiento de energía a base de combustiles fósiles. El Mecanismo para un desarrollo limpio del Protocolo de Kyoto es un sistema de comercio según el cual los países industrializados más ricos podrían invertir en proyectos de tecnologías limpias en los países en desarrollo más pobres a fin de obtener créditos para las reducciones de emisiones de dióxido de carbono. Estados Unidos estaba deseoso de que se incluyera ese mecanismo en el Protocolo de Kyoto, argumentando que de esta forma el tratado pasaría a satis-facer el criterio de eficiencia económica y facilitaría una "participación significativa" de las naciones del Sur (particularmente de las que tienen economías de envergadura como China, India y Brasil). El Senado de Estados Unidos había pedido que en el tratado participasen esos países asumiendo compromisos de reducción de emisiones. El Mecanismo para un desarrollo limpio satisface quizás el criterio de eficiencia económica pero, tal como está formulado actualmente no satisfaría el criterio de equidad o de eficacia ecológica.

    3.7 Si el Mecanismo para un desarrollo limpio no respeta los principios de equidad y no está condicionado a la utilización de tecnologías de energía renovable, significaría para los países en desarrollo la venta de los derechos de sus futuras generaciones a bajo precio, y socavaría su futuro. A fin de poder cumplir con sus compromisos de reducción, los países más ricos podrían hacer suyas las opciones de reducción más baratas de los países en desarrollo. Por lo que respecta a los países más pobres, cuando llegue el momento de asumir compromisos para el futuro, sólo podrán optar por estrategias de reducción más caras. Es más, el hecho de ingresar en su cuenta créditos en virtud del mecanismo para un desarrollo limpio estimulará a los países industrializados a comprar tantos créditos como sea posible y a utilizarlos para futuros compromisos. El resultado será una situación en la que, habiendo vendido todas sus opciones a bajo costo, a los países en desarrollo sólo les quedará la posibilidad de aplicar métodos caros para cumplir con los compromisos que contraigan en el futuro, mientras que los países industrializados aún tendrán en su haber créditos a bajo costo.

    3.8 Este mecanismo podría encerrar aún más a los países más pobres en la fase del carbono En virtud del Mecanismo para un desarrollo limpio, los países industrializados más ricos podrían invertir en el sector de combustibles fósiles en países del Sur mediante proyectos en los que se generarían menos emisiones que las instalaciones de energía de combustibles fósiles que estaban sustituyendo. Sin embargo, esto podría tener como resultado un mayor aumento de las ventajas competitivas de los combustibles fósiles en relación con los sistemas de energía que no generen emisiones de carbono como las energías solar y eólica y promovería, por lo tanto, la energía que no es limpia excluyendo las formas de energía limpia. El Banco Mundial ha lanzado un Fondo (Prototype Carbon Fund-PCF) que habrá de promover una cartera de proyectos de reducción de emisiones sobre la base de los combustibles fósiles que se venderán al mejor postor en la bolsa mundial del carbono. Esto representa una real amenaza a largo plazo para el criterio de eficacia ecológica.

    3.9 Si se aplica el Mecanismo para un desarrollo limpio, las naciones más pobres de África se verán gravemente desfavorecidas El Mecanismo para un desarrollo limpio canalizará inversiones a los países del Sur que tengan niveles de emisión suficientemente elevados en sus economías de escaso rendimiento energético como para que puedan transferir importantes créditos mediante proyectos para reducir las emisiones. Muchos países africanos,debido sobre todo a su pobreza, aún tienen muy bajos niveles de emisión calculados tanto en términos absolutos como en términos per cápita. De esta manera, los países ricos del Norte considerarían que hay pocas posibilidades de obtener créditos de emisiones mediante inversiones en la mayor parte de esos países de África. La injusticia económica que ya existe en el comercio y las inversiones a nivel mundial se agudizaría en virtud del Mecanismo para un desarrollo limpio dado que muchos países africanos recibirían proporcionalmente cada vez menos.

    4. Opciones más equitativas y sostenibles para hacer frente al cambio climático

    4.1 Las propuestas para hacer frente al cambio climático deben basarse en derechos equitativos de utilización de la atmósfera como bien común de todos Los costos y los beneficios de la utilización de la atmósfera deberían compartirse de forma equitativa entre todos los seres humanos. Un método equitativo de definir el espacio ecológico en el que tendrían que vivir todas las naciones es mediante asignaciones o derechos per cápita por lo que respecta a la atmósfera.

    4.2 Contracción y convergencia Hay varios métodos para calcular una asignación per cápita sea que se tengan en cuenta la densidad de la población, el nivel de desarrollo o las emisiones per cápita de cada país. Una forma equitativa y sostenible sería que la comunidad mundial conviniera en el límite máximo superior de concentración de dióxido de carbono en la atmósfera que puede considerarse aceptable y el plazo en el que ese grado de concentración podría alcanzarse. Estos parámetros permitirían determinar el presupuesto mundial o la cantidad total de dióxido de carbono que pueden emitir el conjunto de las naciones. Esta cantidad se distribuiría en partes iguales entre todas las personas de la Tierra, y permitiría determinar el presupuesto nacional para cada país correspondiente al período durante el cual se espera alcanzar el grado de concentración en la atmósfera. A los países en desarrollo se les dará la posibilidad de aumentar las emisiones, mientras que los países industrializados tendrán que reducirlas. Este es el método de contracción y de convergencia propugnado por el Global Commons Institute de Londres (Reino Unido). 4.3 El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático ha calculado el total de emi-siones de dióxido de carbono aceptable para un período de 110 años, de 1991 a 2100, a fin de al-canzar el grado de concentración en la atmósfera especificado. Si se prevé un grado máximo de concentración de 450 ppm de dióxido de carbono, el mundo podría producir un promedio de emi-siones de 5.730 a 5.910 millones de toneladas de dióxido de carbono cada año lo que hubiera da-do derecho, en 1990, a una cantidad de 1,08 a 1,12 toneladas de dióxido de carbono por persona.

    El objetivo de la asignación de derechos no es obligar a cada nación a reducir las emisiones de dióxido de carbono per cápita al mismo nivel, lo que los países ricos responsables de altos niveles de emisión considerarían probablemente imposible de alcanzar mientras continúen atrapados en una economía de la energía basada en combustibles fósiles. Por el contrario, se trata de establecer un marco equitativo en el que todas las naciones puedan colaborar juntas con la seguridad de que cada persona tendrá derecho a actividades económicas equitativas, así como de crear un incentivo para los países que les permita pensar que vale la pena utilizar las tecnologías que no produzcan emisiones de dióxido de carbono, como las energías solar, eólica, de la biomasa o hidroeléctrica.

    4.4 Un enfoque diferente: el modelo que considera la atmósfera como bien común de la humanidad Proponemos un modelo diferente del enfoque de los derechos de propiedad en el marco de los mecanismos de flexibilidad que propugna el Protocolo de Kyoto. El Protocolo de Kyoto estipula una "flexibilidad" geográfica en el cumplimiento de los compromisos de reducción de emisiones permitiendo que los países responsables de altos niveles de emisión adquieran créditos de emisiones fuera de sus fronteras. Estas disposiciones se basan ante todo en la eficiencia económica. Los criterios de eficacia ecológica, de equidad y de responsabilidad, por su parte, apuntan a la necesidad de que los países ricos contaminantes reduzcan las emisiones en el respectivo territorio nacional. La propuesta siguiente que propugna un modelo en el que la atmósfera se considere un bien común de todos satisface esos criterios de forma más pertinente.

    4.5 El modelo propugnado se basaría en una asignación equitativa de los derechos de emisión como puede ser el nivel de convergencia por persona a que se ha hecho referencia anteriormente. Por supuesto, esto contrasta obviamente con las asignaciones basadas en los tradicionales modelos de emisión. En virtud de este modelo, los países que se excedan en relación con el nivel de convergencia deberían pagar una multa al Fondo Mundial de la Atmósfera como Bien Común. Queda claro que una multa al usuario difiere de forma significativa, ética y jurídica de un derecho de propiedad. El Fondo serviría para prestar asistencia a los países empobrecidos y a las economías en transición a fin de que puedan adoptar una economía basada en formas de energía que no produzcan emisiones de carbono, o sea centrada en formas renovables de energía como la energía solar, la energía de la biomasa, la energía eólica, y la energía hidroeléctrica en pequeña escala. El hecho de tener que pagar una multa por el exceso de emisiones será un incentivo económico importante para que los países ricos contaminantes pongan en marcha cambios estructurales en sus economías en el marco de innovaciones sociales y tecnológicas a largo plazo. A diferencia de los mecanismos de flexibilidad del Protocolo de Kyoto, los países industrializados no podrán transferir su responsabilidad mediante la adquisición de créditos en otros países. Algunas nacio-nes como los grandes países en desarrollo y los países con economías en transición, tienen actualmente índices de emisión más elevados que el nivel de convergencia, por lo que se les calcularía la multa correspondiente aunque tendrían derecho a apoyo por parte del Fondo para aplicar tecnologías de energía renovable en el marco de un desarrollo sostenible.

    4.6 Presentamos este modelo alternativo, conscientes de sus limitaciones, como una ilustración de los métodos diferentes que podrían aplicarse y que reúnan los criterios de eficacia ecológica, equidad, responsabilidad y eficiencia económica. Reconocemos que hay aún muchas cuestiones no resueltas en nuestro modelo. En primer lugar, por ejemplo, este sistema entrañaría una multa al usuario fijada en un nivel suficientemente elevado como para que tenga el efecto de un verda-dero incentivo con miras a cambios tecnológicos y estructurales en los países responsables de altos niveles de emisión. Queda por resolver la forma en que se determinaría el monto de la multa que se impondría al usuario. En segundo lugar, los criterios para tener derecho a recibir ayuda del Fondo así como la gestión de ese fondo deberían estudiarse con mucho cuidado. Las naciones más pobres han sufrido reiteradamente un trato injusto por parte de fondos administrados multi-lateralmente como los del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional cuyo poder de toma de decisiones está principalmente en las manos de los donantes. Una solución podría ser que el Fondo Mundial de la Atmósfera como Bien Común esté administrado por representantes de los pueblos más vulnerables al cambio climático como por ejemplo, la Alianza de Pequeños Estados Insulares.

    4.7 Otro modelo alternativo - el United Air Fund (Fondo Unido por un Aire limpio) Algunos grupos de los Países Bajos, incluidos Ecooperation y OIKOS han colaborado para desarrollar otro modelo que también se atiene a los criterios de eficacia ecológica, equidad, responsabilidad y eficiencia económica. En el marco de este Fondo se calcula que el nivel viable a largo plazo de emisiones de CO2 debería ser de aproximadamente dos toneladas por persona por año. Las emisiones rea-les de un país sea que estén por encima sea que estén por debajo de este nivel permitiría deter-minar si dispone de un déficit o de un excedente de aire limpio y, por lo tanto, si debería adquirir o recibir créditos. Este Fondo es un fondo voluntario y aplica los siguientes principios:


    Aún quedan cuestiones sin resolver en relación con la puesta en marcha del Fondo. Sin embargo, OIKOS y miembros de las iglesias de los Países Bajos están convencidos de la importancia del factor educativo inherente a este enfoque.

    5. Dimensiones éticas y teológicas

    5.1 Derechos y obligaciones fundamentales
    Equidad - Todos los seres humanos tienen iguales derechos a utilizar el bien común que repre-senta la atmósfera. En la práctica, a algunos de nosotros nos ha correspondido una participación injusta en ese bien común. Cualquier sistema de gestión mundial de la atmósfera debe reconocer ese derecho fundamental. Todo sistema de gestión de la atmósfera que pretenda establecer un derecho de propiedad empresarial o individual en relación con la atmósfera debe ser considerado como fundamentalmente erróneo. Los derechos de propiedad conllevan la posibilidad de exclusión. La exclusión del acceso a la atmósfera puede equipararse a la muerte. La comunidad humana está de acuerdo en que las vidas humanas no pueden hipotecarse y que los derechos humanos no pueden ni venderse ni canjearse. Debemos reconocer que el bien común que representa la atmósfera no puede comercializarse.

    Responsabilidad - Una actitud ética significa reconocer y asumir la responsabilidad por las conse-cuencias de nuestras acciones. En primera instancia, es responsabilidad de los que han dañado la atmósfera pagar el costo de su restauración para que alcance un nivel de viabilidad aceptable. Cualquier sistema de gestión de la atmósfera debe tener en cuenta este principio.

    5.2 Naturaleza, virtud y motivación Nuestra motivación debe estar apoyada sobre todo por nuestro deseo de ser responsables para con la imagen y semejanza de Dios que existe en toda persona y en toda la creación. La motivación principal del comercio de los derechos de emisión y del mecanismo para un desarrollo limpio no es reducir las emisiones, sino mantener bajos los costos. Este enfoque da prioridad a la eficiencia económica en lugar de a la eficacia ecológica. 5.3 Reciprocidad, mutualidad, armonía y relaciones justas Debido a que el nexo relacional permite dar sentido a las cosas, nuestras políticas públicas deben demostrar que sirven para apoyar las redes de relaciones. El objetivo de cualquier gestión de la atmósfera debe ser promover la salud de las personas y del resto de la naturaleza en sus respectivos hábitats.

    5.4 Teología Todos los seres humanos están hechos a imagen y semejanza de Dios y todo en la naturaleza lleva la impronta de Dios. Esto nos obliga a adoptar (requiere que adoptemos) el principio orientador de la equidad.

    En el Salmo 104 leemos que Dios hizo todas las cosas con sabiduría. Todas las criaturas han sido creadas en el espíritu de Dios. El teólogo ortodoxo John Chryssavgis dice: "El espíritu de Dios re-vela la imagen de Dios en la creación, más allá del quebranto y la devastación de este mundo. La Tierra no es meramente un reflejo del cielo sino su perfección."

    La Tierra, en el sentido bíblico, o sea incluidos todos los fenómenos naturales y, por lo tanto, la atmósfera que la envuelve, nos ha sido otorgada como una herencia por Dios. (A veces se tradu-ce herencia por "Reino"). Jesús aseguró a los pobres que la tierra y todos los recursos necesarios para el sustento común y su independencia les pertenecían. Y lo que es más, en la parábola de la semilla de mostaza, en Marcos 4, versículos 30 al 32, Jesús reivindica además la herencia de Dios para todas las criaturas salvajes. La herencia de Dios nos ha sido dada a nosotros, que se supone hemos de actuar ecológicamente, para satisfacer nuestras necesidades comunitarias, pero no conlleva una promesa de lujo. De hecho, el joven rico (Marcos 10: 17-22) parece ser que rechaza la herencia de Dios porque tenía demasiadas posesiones y no quería venderlas y dar a los pobres. Queda claro que el principio orientador de la equidad es central en la tradición bíblica. La herencia de Dios es para el cuerpo comunal, concepto que incluye toda la naturaleza.

    5.5 Perdón, arrepentimiento y reconciliación La destrucción de la atmósfera del mundo es un pecado contra Dios. Dios nos da el verdadero perdón sólo cuando existe un verdadero arrepentimiento por parte del pecador. El verdadero arrepentimiento requiere conversión del corazón y transformación del comportamiento. Sólo entonces puede experimentarse el verdadero perdón. Los países que son responsables de altos niveles de emisión necesitan una conversión profunda y un nuevo comportamiento claramente demostrado antes de buscar el perdón.

    5.6 Pureza y deuda Jesús predicó contra los pecadores ricos que buscaban la purificación pagando un impuesto al templo sin cambiar realmente su comportamiento. Tenemos que reconocer que algunas versiones de la gestión de la atmósfera pueden restablecer un sistema de purificación sin un cambio de comportamiento. El modelo tradicional de emisiones ha tenido como resultado una deuda ecológica que deben pagar los países responsables de altos niveles de emisión a los paí-ses que tienen bajos niveles de emisión. Cualquier sistema de gestión mundial de la atmósfera que no tenga en cuenta esa deuda puede dar lugar al afianzamiento de un modelo de explotación del medio ambiente.

    6. Recomendaciones para la COP6

    6.1 Volver a centrar las negociaciones en relación con el cambio climático en opciones que reúnan los criterios de eficacia medioambiental, de equidad, de responsabilidad y de eficiencia económica dando prioridad a las estrategias de reducción de las emisiones en los países responsables de altos niveles de contaminación por persona.

    6.2 Si se prevé un sistema de comercio de los derechos de emisión, deberá reunir las siguientes condiciones:


    6.3 Si se prevé un mecanismo para un desarrollo limpio, este mecanismo deberá:
  • Basarse en principios de asignaciones equitativas
  • Estar dirigido a proyectos centrados en tecnologías de energía renovable que no produzcan emisiones de carbono.

    Si este mecanismo para un desarrollo limpio se basa en los principios de asignaciones equitativas y de tecnologías renovables que no produzcan emisiones de carbono,

    • inducirá la transformación de las economías a base de carbono en economías basadas en tec-nologías renovables;
    • ofrecerá a los países en desarrollo los incentivos pertinentes para promover un desarrollo soste-nible y mantener un bajo nivel de emisiones a fin de vender el mayor número de créditos posible;
    • ofrecerá a los países industrializados un importante incentivo para abandonar las tecnologías ba-sadas en emisiones de carbono lo antes posible (lo que no es el caso en el Protocolo de Kyoto);
    • será una forma de "participación significativa" por parte de los países en desarrollo que estén dis-puestos a aceptar el máximo de derechos de emisión en el marco del proceso de asignaciones.

    Referencias

    Amory y Hunter Lovis, y Ernst Ulrich von Weizsaecker, Factor Four
    Carley y Spapens, Sharing the World - Sustainable Living and Global Equity in the 21st Century, Londres: Earthsan, 1998.
    Centre for Science and Environment (India)
    John Chryssavgis, "The World of the Icon and Creation: An Orthodox Perspective on Ecology and Pneumatology," en Dieter T. Hessel y Rosemary Radford Ruether, eds. Christianity and Ecology, Seeking the Well-Being of Earth and Humans, Cambridge, Ma: Harvard University Press, 2000.
    Estrada Oyuela, R., Alocución en el IPCC
    Global Commons Institute, Londres (Reino Unido) sitioweb
    Gobierno de Canadá, Climate Change - Science, Impacts and Adaptations, 1999
    Hallman, David G., Spiritual Values for Earth Community, Ginebra: Consejo Mundial de Iglesias, 2000
    Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambios Climáticos, Segundo Informe de Evaluación del IPCC
    Sebastian Oberthuer & Hermann E. Ott, The Kyoto Protocol - International Climate Policy for the 21st Century, Berlín: Springer Verlag, 1999
    Union of Concerned Scientists, Washington, D.C.
    Secretaría del Cambio Climático de las Naciones Unida
    Consejo Mundial de Iglesias, Climate Change and the Quest for Sustainable Societies, 1998
    Consejo Mundial de Iglesias, The Global Atmospheric Commons - Ethical and Theological Dimensions of Emissions Trading

    La declaración del Consejo Mundial de Iglesias La atmósfera como bien común de la humanidad - Cuidado responsable y equitativo, fue preparada sobre la base de las deliberaciones en la Consulta de CMI sobre "Equidad y comercio de los derechos de emisión - Dimensiones éticas y teológicas" que tuvo lugar en el St. Andrew's College en Saskatoon, Canadá, del 9 al 14 de mayo de 2000.

    Participantes:
    Elias C. ABRAMIDES Patriarcado Ecuménico, Buenos Aires, Argentina
    Socorro DELGADO A Universidad Ortodoxa Rusa, Moscú, Rusia
    Nafisa Goga D'SOUZA Laya, Viskhapatnam, India
    Sam Ferrer Green Forum Philippines, Quezon City, Filipinas
    David G. HALLMAN Consejo Mundial de Iglesias/Iglesia Unida del Canadá, Toronto, Canadá
    Diana HARUTYUNYAN Yerevan, Armenia
    Christopher LIND St. Andrew's College, Saskatoon, Canadá
    Jesse MUGAMBI Universidad de Nairobi, Nairobi, Kenya
    Vickie OBEDKOFF Iglesia Unida del Canadá, Toronto, Canadá
    German OTT Instituto Wuppertal, Alemania
    QIU Zhonghui Amity Foundation, Nanjing, China
    David RENKAMA Oikos, Utrecht, Países Bajos
    Carol ROBB Seminario Teológico de San Francisco, San Anselmo, CA, EE.UU.
    Martin ROBRA Consejo Mundial de Iglesias, Ginebra, Suiza
    Wolfgang SACHS Instituto Wuppertal, Alemania
    Charles SAMPFORD Universidad Griffith, Australia
    Jaap VAN DER SAR Kerk en Wereld, Driebergen, Países Bajos
    Anju SHARMA Centre for Science & Environment, Nueva Delhi, India
    Bill SOMPLATSKY-JARMAN Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos de América, Louisville, KY, EE.UU
    Carlos TAMEZ L. Consejo Latinoamericano de Iglesias, (CLAI), México. D.F
    Herman VERHAGEN Ecooperation, Amsterdam, Países Bajos
    Carol WERNER Environmental & Energy Study Institute, Washington, D.C., EE.UU
    Nettie WIEBE St. Andrew's College, Saskatoon, SK., Canadá
    Bonnie WRIGHT Harare, Zimbabwe
    Jean GOLDIE St. Andrew's College, Saskatoon, SK., Canadá

    Para más información:
    Doctor David G. Hallman
    Coordinador del Programa sobre Cambio Climático del Consejo Mundial de Iglesias
    c/o Iglesia Unida del Canadá, 3250 Bloor St. W., Toronto, Canadá
    M8X 2Y4 tel. +1-416-231-5931 fax. +1-416-232-6005 correo-e


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