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14 de septiembre de 2001

El Comité Ejecutivo del CMI se preocupa por la deterioración de la situación social y económica de Zimbabwe


En la sesión de clausura , el viernes 14 de septiembre de 2001, el Comité Ejecutivo del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) publicó una declaración de apoyo a la "Carta Pastoral a la Nación" del Consejo de Iglesias de Zimbabwe (ZCC).

En esa carta, publicada a finales del mes de agosto pasado, el ZCC declara que Zimbabwe había llegado a un momento decisivo de su historia, un momento en el que era necesario decir la verdad sin temor y sin ambages, y en el que debía entablarse un diálogo franco a nivel nacional sobre los problemas fundamentales con que se enfrenta el país.

El Comité Ejecutivo del CMI expresó su profunda gratitud al ZCC y a los dirigentes de iglesias de ese país por esa carta pastoral: "Cabe destacar que los dirigentes de iglesia han optado por asumir parte de la responsabilidad por la situación de la nación, y que casi no han hecho referencia a los que, desde el extranjero, no dejan de ejercer su influencia en el país. Sin embargo, es fundamental que la comunidad internacional tome en serio las palabras de las iglesias. Las amenazas de nuevas sanciones económicas o de suspensión de toda ayuda exterior hasta después de realizadas las elecciones presidenciales de 2002 pueden hacer fracasar el diálogo nacional y llevar a Zimbabwe a una situación de caos total".

He aquí el texto integral de la Declaración (traducción provisional del inglés):

Reunido en Ginebra del 11 al 14 de septiembre, el Comité Ejecutivo del Consejo Mundial de Iglesias expresa su profunda gratitud al Consejo de Iglesias de Zimbabwe (ZCC) y a los dirigentes de iglesia del país por la Carta Pastoral a la Nación que se publicó en Harare a finales de agosto de este año.

Las iglesias miembros del CMI están cada vez más preocupadas por la deterioración de la situación social y económica de Zimbabwe y la creciente violencia en el país. Esta violencia ha sido instigada en parte por la actitud del Gobierno de Zimbabwe que ha estimulado a los veteranos de guerra a ocupar las explotaciones agrícolas que pertenecen a agricultores blancos. Esas ocupaciones se han cobrado muchas víctimas entre ciudadanos blancos y negros. Esta violencia se vio agravada por actos generalizados de intimidación política los meses que precedieron las elecciones legislativas de 2000. Los actos de violencia han continuado casi ininterrumpidamente y, a comienzos de este año, los veteranos de guerra comenzaron a atacar y ocupar empresas privadas.

Las presiones ejercidas por las instituciones financieras internacionales para someter la economía de Zimbabwe a medidas de ajuste estructural han agravado la situación de la población socavando el sistema de servicios sociales y los servicios de salud que ya no dan abasto para atender a la pandemia del SIDA.

Los países vecinos de Zimbabwe y otros país en el mundo han estado profundamente consternados por la evolución de la situación en esta nación que consideraban ejemplar por la forma en que la tolerancia racial, el desarrollo económico y la democracia política habían permitido la transición con éxito de un gobierno colonial a un Estado independiente.

El CMI tiene un profundo apego de larga data por el pueblo de este país y por sus iglesias, que se remonta al período colonial, y que continuó durante las luchas por la independencia y se ha consolidado desde entonces, reavivándose con ocasión de la celebración de su Octava Asamblea, en Harare, en diciembre de 1998.

La carta pastoral del ZCC refleja nuestra preocupación y fue publicada en un momento decisivo. Su llamamiento urgente en favor de un diálogo franco a nivel nacional sobre los problemas fundamentales con que se enfrenta el país fue recibido calurosamente por el pueblo de Zimbabwe. Contiene recomendaciones claras y constructivas sobre cómo salvar a la nación de la autodestrucción. Las recomendaciones se dirigen al Gobierno, a todos los partidos políticos, al sector privado y a la sociedad civil en su totalidad. Esperamos sinceramente que ningún destinatario, en particular el Gobierno y el partido en el poder, interprete esta carta como un ataque dirigido contra el propio Gobierno o sus instituciones, sino más bien que todos reciban agradecidos el ofrecimiento de los dirigentes de iglesia que proponen facilitar el diálogo nacional y cooperar con el Gobierno para encauzar el conflicto por medios no violentos.

Cabe destacar que los dirigentes de iglesia han optado por asumir parte de la responsabilidad por la situación de la nación, y que casi no han hecho referencia a los que, desde el extranjero, no dejan de ejercer su influencia en el país. Sin embargo, es fundamental que la comunidad internacional tome en serio las palabras de las iglesias. Las amenazas de nuevas sanciones económicas o de suspensión de toda ayuda exterior hasta después de realizadas las elecciones presidenciales de 2002 pueden hacer fracasar el diálogo nacional y llevar a Zimbabwe a una situación de caos total.

De ahí que nos congratulemos de la posición adoptada por el Commonwealth en su reciente reunión en Abuja (Nigeria). Reconoce que la "la tierra está en el centro de la crisis de Zimbabwe y no puede disociarse de otros problemas inquietantes como el imperio de la ley, el respeto de los derechos humanos, la democracia y la economía. Así pues, para poder resolver esos problemas, es indispensable poner por obra un programa de reforma agraria".

Los habitantes de Zimbabwe pueden reinstaurar un Gobierno responsable, el estado de derecho e impulsar el proceso democrático en su país, así como pueden poner en marcha un programa viable de reforma agraria que haga justicia a todos. Ahora bien, no pueden hacerlo solos. Las instituciones financieras internacionales y, en especial, los gobiernos que, durante las negociaciones de Lancaster House sobre la independencia, han asumido compromisos financieros para facilitar una redistribución equitativa y pacífica de la tierra, deben asumir asimismo, plenamente, sus obligaciones. En Abuja, el Reino Unido renovó sus compromisos. Esperamos que los Estados Unidos de América también lo hagan. Sin el apoyo de esos Estados y sin la comprensión y ayuda de la comunidad internacional, Zimbabwe continuará en estado de peligro.

Continuamos orando con fervor por que el pueblo de Zimbabwe, su Gobierno, sus partidos políticos y la sociedad civil en su totalidad oigan el llamamiento de las iglesias antes de que sea demasiado tarde. ¡Que Dios continúe bendiciendo y guiando a Zimbabwe en estas horas tan decisivas!


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