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20 de septiembre de 2001

La Iglesia de Cristo del Congo aspira a tener un nuevo ministerio pastoral para con las personas desarraigadas Raymond Bitemo


Cuando se desencadenó la guerra entre los hutus y los tutsis en Rwanda y en Burundi, en 1994, alrededor de un millón de personas se refugiaron en la República Democrática del Congo (RDC). En 1996, al generalizarse la guerra en el país entre las fuerzas rebeldes y las del Gobierno, se produjo un nuevo desplazamiento de refugiados. En 1998, se reanudó la guerra civil que asola la RDC, y los combates han continuado esporádicamente, agravando el problema de las personas desarraigadas (refugiados y personas desplazadas en el propio país) en la región.

En el marco de sus esfuerzos para hacer frente a la causa principal de este problema - la guerra civil- la Iglesia de Cristo del Congo (ECC, por su sigla en francés) realizó en Kinshasa, del 5 al 16 de agosto, una extensa consulta seguida de una reunión de su comité ejecutivo, con el fin de informar a sus dirigentes y miembros sobre los problemas de las personas desarraigadas y formular respuestas prácticas.

La ECC es una iglesia miembro del Consejo Mundial de Iglesias (CMI); a la consulta de agosto siguió una reunión del Comité Ejecutivo de la ECC que trató las mismas cuestiones. El presente artículo de Raymond Bitemo es el primero de una serie de tres artículos sobre las personas desarraigadas en la RDC y forma parte de una serie más general de información sobre los refugiados y los desplazados internos. Raymond Bitemo, oriundo de la República del Congo (Congo-Brazzaville), se vio obligado a huir y permanecer en el extranjero hasta que pudo regresar a su país donde vive actualmente. La ECC es una iglesia miembro del Consejo Mundial de Iglesias (CMI).


"¿Qué está haciendo la iglesia?" fue lo que se preguntó la mayoría de los participantes cuando transcurría el tercer día de la consulta sobre "La iglesia y el forastero: la Iglesia de Cristo del Congo (ECC, por su sigla en inglés) y la asistencia a las personas desarraigadas en la RDC", celebrada en Kinshasa del 5 al 16 de agosto. Esa preocupación se expresó después de haber oído de boca de los delegados regionales de la iglesia la serie de problemas con los que se veían enfrentadas las personas desarraigadas en la RDC.

"Estamos de rodillas", admitió Monseñor Marini Bodho, secretario nacional de la ECC, respondiendo a la pregunta. "El tamaño de nuestro país, con sus 2.345.000 km2, las dificultades de comunicación, la guerra que está asolando a la mayoría de los países vecinos, son todas cosas que dificultan la ayuda de la ECC a las personas desarraigadas."

Sin embargo, cada una de las 62 iglesias y comunidades regionales miembros de la ECC trata de prestar apoyo moral y espiritual a las personas desarraigadas y las iglesias locales están distribuyendo alimentos, ropa, aperos de labranza y semillas enviados por iglesias occidentales. Sin embargo, según un informe del sínodo regional de Kivu del Sur, "el trabajo de las iglesias con los refugiados se sigue complicando por el aumento del número de refugiados y por las tensiones que se crean con las poblaciones locales a causa de la ayuda humanitaria". Por su parte, Bruno Miteyo, director adjunto de la organización humanitaria católica Cáritas, expresó la opinión de que "ninguna de nuestras iglesias está haciendo todo lo que puede". Una solución posible, dijo, sería "unir nuestros esfuerzos con los de la ECC para reforzar nuestra capacidad de intervención".

"Ningún país puede hacer frente solo a esta situación", afirmó el profesor Georges Lantam de la Universidad de Lomé (Togo), refiriéndose a las dificultades que han encontrado las personas desarraigadas en otras partes del mundo. "Desde un punto de vista humanitario, el problema del desarraigo solo puede resolverse mediante la solidaridad internacional y el respeto de las disposiciones jurídicas que se aplican a las poblaciones desarraigadas", dijo.

Crisis humanitarias periódicas y masivas
Desde la independencia, proclamada en 1960, la historia de la RDC, entonces llamada Zaire, se ha caracterizado por las crisis -rebeliones, diarrea roja, saqueo de recursos y guerras- que provocan desplazamientos de la población en gran escala. Para hacer frente a estas tragedias, en 1973 la Iglesia de Cristo de Zaire (ECZ, por su sigla en francés) creó la Dirección de Refugiados y Situaciones de Urgencia (DRU, por su sigla en francés), que tenía por misión recibir, proteger y apoyar a las personas desplazadas y los refugiados.

La oficina nacional del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) fue la que más colaboró con la DRU, pero se cerró en el decenio de 1990 por mala administración de los fondos de la organización. A partir de 1975, muchos organismos de cooperación relacionados con las iglesias que hasta entonces habían apoyado los diversos ministerios de la ECZ suspendieron su ayuda por completo; otras mantuvieron un vínculo "bilateral" con algún servicio de la ECZ. Durante este período, el CMI siguió apoyando los ministerios de la iglesia, entre ellos la DRU, que es parte de un programa para toda África dirigido por la Conferencia de Iglesias de Toda el África (AACC) y apoyado por el CMI. Cuando, en enero de 1999, la ECZ pasó a ser la ECC, se reabrió ese servicio como Ministerio pastoral de la ECC para los Refugiados y las Situaciones de Urgencia (MERU, por su sigla en francés), siempre bajo la dirección de la AACC y con el apoyo del CMI.

Un llamamiento al compromiso
El nuevo organismo depende de las contribuciones voluntarias de las iglesias miembros de la ECC y, sobre todo, de la colaboración solidaria que se obtenga en el país y en el exterior. Actualmente el MERU coordina todos las actividades que la ECC lleva a cabo para ayudar a las personas desplazadas y los refugiados procedentes de los países vecinos asolados por la guerra dándoles alojamiento, alimentos, atención médica y otros servicios

El servicio de rehabilitación del Gobierno envía cinco personas desplazadas y refugiadas por día al MERU para que reciban asistencia médica en los centros que administran las iglesias miembros de la ECC. El MERU es uno de los copartícipes en un programa de intervención a largo plazo para ayudar a las personas desarraigadas que ha creado la oficina local del Programa Mundial de Alimentos (PMA). Junto con el gobierno, el PMA y otras iglesias, el MERU forma parte también de un comité nacional de coordinación de asuntos humanitarios que preside la Iglesia Católica Romana.

Haciendo uso de la palabra en la reunión, el Rev. Millengue Mwenelwata, director nacional del MERU, dijo que espera que el resultado de la consulta sea un "compromiso de los dirigentes de las comunidades protestantes de prestar apoyo a las personas desarraigadas y la renovación del interés y el apoyo de las distintas entidades que colaboran con el trabajo de la ECC". Este tipo de compromiso y apoyo es aun más importante en un contexto en el cual las ONG humanitarias internacionales prefieren pasar la responsabilidad a las ONG locales competentes.

La reunión hizo varias recomendaciones relativas a las estrategias encaminadas a fortalecer la capacidad de la oficina nacional del MERU. Entre esas recomendaciones mencionaremos: redefinir su marco jurídico e institucional, fortalecer las estructuras y organizar reuniones de las comunidades regionales y locales, celebrar un "día nacional de las personas desarraigadas" para sensibilizar a la población respecto de los problemas de esas personas, velar por que haya transparencia en el manejo de las donaciones, movilizar ayuda a nivel local y desde el exterior. Entre las veinte entidades exteriores que colaboran con el MERU se destacaron el CMI y la AACC. Por su parte, la ECC tendrá que ser realista respecto a lo que puede hacer a la hora de asumir la difícil tarea de su ministerio pastoral para con las personas desarraigadas.


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