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18 de septiembre de 2001

La iglesia y el forastero: las personas desarraigadas en la República Democrática del Congo
Raymond Bitemo


Cuando se desencadenó la guerra entre los hutus y los tutsis en Rwanda y en Burundi, en 1994, alrededor de un millón de personas se refugiaron en la República Democrática del Congo (RDC). En 1996, al generalizarse la guerra en el país entre las fuerzas rebeldes y las del Gobierno, se produjo un nuevo desplazamiento de refugiados. En 1998, se reanudó la guerra civil que asola la RDC, y los combates han continuado esporádicamente, agravando el problema de las personas desarraigadas (refugiados y personas desplazadas en el propio país) en la región.

En el marco de sus esfuerzos para hacer frente a la causa principal de este problema - la guerra civil- la Iglesia de Cristo del Congo (ECC, por su sigla en francés) realizó en Kinshasa, del 5 al 16 de agosto, una extensa consulta seguida de una reunión de su comité ejecutivo, con el fin de informar a sus dirigentes y miembros sobre los problemas de las personas desarraigadas y formular respuestas prácticas.

El presente artículo de Raymond Bitemo es el primero de una serie de tres artículos sobre las personas desarraigadas en la RDC y forma parte de una serie más general de información sobre los refugiados y los desplazados internos. Raymond Bitemo, oriundo de la República del Congo (Congo-Brazzaville), se vio obligado huir y permanecer en el extranjero hasta que pudo regresar a su país donde vive actualmente. La ECC es una iglesia miembro del Consejo Mundial de Iglesias (CMI).

La guerra que tiene lugar desde hace tres años en la República Democrática del Congo (RDC), y el problema de las personas desarraigadas son los principales temas de conversación de los seis millones de habitantes de Kinshasa, la mayoría de los cuales están dando alojamiento a parientes que vienen de las regiones ocupadas. En la guerra han muerto casi tres millones de personas. En su boletín del 11 de agosto, por ejemplo, la radio nacional de la RDC hizo saber que habían llegado a la provincia del Bajo Congo miles de angoleños que huían de la guerra que estalló recientemente entre el ejército y las fuerzas rebeldes en el Norte de su país. Según un administrador local del Programa Mundial de Alimentos "están llegado todos los días a las oficinas de las organizaciones humanitarias personas que solicitan ayuda". Estos datos dan una idea de la dimensión del problema del desarraigo en este país de alrededor de 60 millones de habitantes.

Sin embargo, nadie parece saber con exactitud cuántas personas desarraigadas están viviendo actualmente en la RDC. La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH) de las Naciones Unidas habla de 1.500.000 refugiados aproximadamente, pero en esta cifra no se incluyen las personas desplazadas internamente. La Iglesia de Cristo del Congo (ECC) menciona una cifra de 2.500.000 personas desplazadas y refugiadas. El Sr. Denis Kalume Numbi, ministro de Planificación y Reconstrucción de la RDC, dice que su Ministerio está encargándose de 6.400.000 personas desplazadas dentro del país y de refugiados procedentes de Angola, Burundi, la República Centroafricana, la República del Congo (Congo-Brazzaville), Liberia, Uganda, Rwanda y Sudán. Los refugiados, a los que la población llama "nzenza"en el Bajo Congo, "mopaya" en la región del ecuador y "mukimbizi en las regiones orientales", no proceden solamente de los países vecinos. Hay también miles de congoleños que se fueron de su país a causa de la guerra y viven en Congo-Brazzaville y en la República Centroafricana.

El problema de las personas desarraigadas en la RDC es un problema que se generaliza: el gobierno, las organizaciones humanitarias y las iglesias no han podido encontrar la respuesta correcta.

Por lo que respecta al Gobierno, la Sra. Jeanne Ebamba Boboto, ministra de Asuntos Sociales, reconoce que su Ministerio no ha podido hacer frente a la situación. "Es triste decirlo, pero la mayoría de las personas desarraigadas en nuestro país están viviendo en muy malas condiciones. Familias enteras viven desde hace más de dos años en refugios que se establecieron aquí y allá. Están en una situación deplorable; otras familias deambulan por las calles de los pueblos y las ciudades del país porque han perdido sus casas."

Llamando a la puerta de la iglesia
"Esta tragedia habla a nuestras conciencias. La sociedad en general y la iglesia en particular deben pensar acerca de la manera cómo pueden responder a esta difícil situación", dijo Monseñor Marini Bodho, presidente nacional de la ECC en la apertura de la consulta sobre "La iglesia y el forastero: la ECC y la asistencia a las personas desarraigadas en la RDC" que se celebró en Kinshasa del 5 al 16 de agosto de 2001.

La decisión de reunir personas procedentes de diversos sectores sociales de la RDC y expertos del extranjero para examinar este tema pone en evidencia que la ECC es consciente de su deber de ocuparse de las personas desarraigadas pero que no está bien preparada para semejante tarea.

Los delegados del sínodo procedentes de las provincias orientales ocupadas se decidieron a hacer el viaje y asistir a la consulta para contar sus experiencias. Un pastor de Bukavu (Kivu del Sur), por ejemplo, hizo saber que su provincia es "la más afectada del país, con casi 500.000 refugiados y desplazados por la guerra; muchos de ellos vienen a llamar a la puerta de la iglesia todos los días pidiendo ayuda. No bien la oficina nacional de la ECC nos comunicó que se celebraría una consulta sobre los refugiados, decidimos arriesgarnos a venir hasta aquí". El grupo de Kivu del Sur fue en avión a Kinshasa pasando por Kigali y Nairobi, y sus integrantes tenían buenas razones para temer por sus vidas al regreso.

Los informes de otras regiones hacen referencia a la fragmentación del país y la ingente tragedia humanitaria que soportan las personas desarraigadas por la guerra. En las regiones ocupadas por las fuerzas rebeldes se perpetran robos, violaciones, saqueos y entierros de personas vivas. Muchas personas se refugian en el monte sin saber adonde ir, la actividad agrícola está paralizada, la infraestructura económica, social, educativa y sanitaria ha sido destruida y se siguen reclutando niños como soldados. Las provincias bajo control del Gobierno acogen a los refugiados procedentes de los países vecinos y a las personas desplazadas dentro del país, pero las estructuras son insuficientes y la escasez de productos de primera necesidad es enorme.

Los participantes en la consulta escucharon asimismo a universitarios locales y extranjeros, ministros de gobierno y parlamentarios, dirigentes de la iglesia y representantes de organizaciones humanitarias y embajadas occidentales, que abordaron el tema del desarraigo desde los puntos de vista histórico, teológico, jurídico, político, humanitario, diplomático y económico. Junto a la pobreza, las injusticias, la xenofobia y el miedo, la guerra es una de las principales causas del desarraigo de la mayoría de la población de la RDC. Pero, "...también debemos preguntarnos acerca de la parte de responsabilidad que nos cabe por permitir que se llegara a una situación que actualmente sirve a los intereses económicos del exterior", dijo Roger Kibasomba, profesor congoleño de la Wits University de Johannesburgo, Sudáfrica.

La Rev. Shirley DeWolf de Zimbabwe, coordinadora regional del ministerio de la iglesia para las personas desarraigadas en África meridional y miembro de la Comisión de las Iglesias para Asuntos Internacionales (CIAI) del CMI interpeló a los participantes mostrándoles dos plantas: una se erguía derecha, bien arraigada en el suelo que la nutría y le permitía crecer, la otra arrancada de raíz, estaba condenada a morir por falta de alimento :"¿Qué nos dice esta imagen a nosotros como iglesia?", preguntó la Rev. DeWolf.

El obispo Johnson Tilewa, de Gambia, presidente del Comité Continental para los refugiados y las situaciones de urgencia de la Conferencia de Iglesias de Toda el África (AACC) considera que "como iglesia, estamos llamados a ayudar a todas las personas desarraigadas". De ahí la necesidad de que la ECC elabore un programa de apoyo en el que "participen las personas desarraigadas para que puedan decir cuáles son sus necesidades reales". Reaccionando a la sugerencia del obispo Tilewa, el Sr. Bruno Miteyo, director adjunto de Cáritas, pregunta: "Pero ¿cómo es posible determinar quiénes deben ser los beneficiarios en un país donde la seguridad alimentaria ya no existe y donde casi toda la población, e incluso la iglesia, viven en estado de indigencia debido al desastre económico y la guerra?".

De la consulta emanaron algunas recomendaciones referentes a la manera cómo debería prepararse el ministerio pastoral de la ECC para los refugiados y las situaciones de urgencia (MERU, por su sigla en francés) a fin de hacer frente a todos esos problemas durante los próximos diez años. Se hicieron recomendaciones relativas a la necesidad de: efectuar una reestructuración interna, elaborar un programa de trabajo, sensibilizar a la sociedad a fin de movilizar recursos nacionales, crear una red de información eficaz con el propósito de fortalecer la capacidad de gestión de los casos de urgencia, y cooperar con el gobierno, las organizaciones humanitarias y las iglesias de Europa, Estados Unidos y Canadá. Asimismo, la consulta pidió al CMI y la AACC que se encarguen de convocar una conferencia de jefes de iglesia de los países de la región de los Grandes Lagos para examinar la cuestión de las personas desarraigadas y proponer soluciones a los encargados de tomar decisiones políticas.


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