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18 de mayo de 2001

Mensaje de los Presidentes y las Presidentas del CMI Pentecostés 2001


"Su Espíritu sobre toda la humanidad"

Este año 2001 nos ha sorprendido desde sus albores con acontecimientos dramáticos que nos mantienen en permanente suspenso, como si la humanidad se encaminara (en términos paulinos) a un doloroso parto, con sus peligros de muerte y sus preciosas esperanzas de nueva vida. Así llegamos a un nuevo Pentecostés, después de haber transitado siete semanas, iluminados por el misterio insondable y el resplandor inagotable de la Pascua de Resurrección de nuestro Señor.

Con esta visión de nueva vida, nos preparamos como cristianos a hacer frente a los problemas de este siglo, que ya no pueden abrumarnos. Y nos alegra sobre todo saber que el diálogo ecuménico se mantiene vivo entre las grandes familias de iglesias cristianas. Hoy más que nunca las iglesias con todas sus peculiaridades están llamadas a buscar apasionadamente la unidad, el testimonio común y el servicio eficaz, "para que el mundo crea". En esa búsqueda, la palabra profética de Joel, recogida y actualizada por el apóstol Pedro en Pentecostés, adquiere hoy una tremenda fuerza y vigencia: "Sucederá que en los últimos días dice Dios, derramaré mi espíritu sobre toda la humanidad; los hijos e hijas de ustedes hablarán de mi parte, los jóvenes tendrán visiones y los viejos tendrán sueños. También sobre mis siervos y siervas derramaré mi espíritu en aquellos días, y hablarán de mi parte" (Hechos 2:17-18).

Y ante los cambios profundos con que se enfrenta toda la humanidad, la notable exhortación del apóstol Pablo tan frecuentemente leída y citada en nuestras congregaciones nos señala el rumbo que debemos seguir: "Así que, hermanos míos, les ruego por la misericordia de Dios, que se presenten ustedes mismos como ofrenda viva, consagrada y agradable a Dios. Este es el verdadero culto que deben ofrecer. No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto" (Romanos 12:1-2).

Pentecostés hoy nos convoca, no a la soberbia espiritual, al triunfalismo barato, ni al conformismo; no a la resignación, a la neutralidad o al fatalismo, sino a la esperanza, al compromiso y a la acción transformadora y constructiva, que abra el camino a una nueva civilización del Espíritu, de la Justicia y del Amor. ¿Qué otra opción tenemos como cristianos, bautizados en el Espíritu Santo, sino la de volvernos a Cristo para que renueve nuestras fuerzas y nos dé el alimento espiritual que nos permita cumplir con esta vocación? ¿Acaso él no nos recibió en su Iglesia y nos envió al mundo para que hagamos su voluntad?

Como cristianos debemos estar cada vez más atentos al mensaje bíblico que nos llama a la transformación por la renovación de nuestra mente y a actuar como agentes de la voluntad de Dios. Como iglesias estamos llamados a oponernos a las fuerzas que niegan nuestra humanidad y nos dividen en bandos rivales. En sus obras y en su vida espiritual, la Iglesia, en el mundo pero no del mundo, debe encarnar el Evangelio. Estamos convencidos de que el Espíritu de Dios nos llama a poner nuestra creatividad al servicio del proyecto de vida de Dios, a mantener viva esa visión, a inspirarla y a transmitirla a las nuevas generaciones. Nos llama a tener fe en el nuevo mañana que hoy hemos comenzado a forjar.

Por todo ello oramos: "Derrame el Señor su Espíritu sobre toda la humanidad, para que nosotros, nuestros hijos e hijas, nuestros jóvenes y nuestros ancianos, hombres y mujeres, seamos transformados por la renovación de nuestra mente, percibamos su voluntad, la proclamemos, y seamos constructores de una nueva civilización, en la perspectiva de Su Reino. Amén."

Presidentes del CMI:

Dra. Agnes Abuom, Nairobi Kenya
Rev. Kathryn K. Bannister, Bison, KS, Estados Unidos de América
Obispo Jabez L. Bryce, Suva, Fiji
Metropolitano Crisóstomos de Éfeso, Estambul, Turquía
Patriarca Ignatius Zakka I Iwas, Damasco, Siria
Dr. Kang Moon-Kyu, Seúl, Corea
Obispo Federico J. Pagura, Rosario, Argentina
Obispo Eberhardt Renz, Stuttgart, Alemania
La tradición de que la redacción del mensaje de Pentecostés sea responsabilidad de los presidentes y presidentas del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) se remonta a 1950. El mensaje es el resultado de la colaboración de los ocho presidentes y presidentas del CMI, que proceden de las diferentes regiones representadas en el CMI. El primer borrador del mensaje de este año fue redactado por el Obispo Federico J. Pagura de Argentina, quien explica que "desde nuestra perspectiva latinoamericana, es muy importante destacar que el Espíritu de Pentecostés es anuncio de renovación y de nueva creación, no sólo desde un punto de vista personal sino también histórico y social".


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