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28 de noviembre de 2000

"Se puede obrar por la vida o por la muerte. Nosotros, en el CMI, hemos optado por la vida". El equipo ecuménico en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el
Cambio Climático, La Haya

Mirjam Schubert


Véase Comunicado de Prensa del CMI, PR-00-34, del 14 de noviembre de 2000

Un grupo de personas conversa animadamente en la parada del tranvía. Son doce mujeres y hombres procedentes de Alemania, Argentina, Canadá, China, Gran Bretaña, India, Kenya, México, Rusia, Suiza, Estados Unidos y Zimbabwe que han venido a La Haya (Países Bajos) para asistir al Sexto Período de Sesiones de la Conferencia de los Estados Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

El tiempo nublado, otoñal, no ha ensombrecido sus espíritus. Se oyen risas en el grupo de trabajo del Consejo Mundial de Iglesias sobre el cambio climático, aun cuando el cambio climático y sus consecuencias sobre la vida no sea asunto de risa. El tranvía lleva al grupo de sus hoteles al Centro de Congresos.

El programa del equipo incluye una reunión pública en la cercana iglesia de Zorgvliet. David Hallmann, de Canadá, que dirige la delegación, explica la función de su grupo: "Nuestra tarea es aportar una perspectiva ética, moral y teológica a la Conferencia. Las dificultades y los problemas pueden parecer imposibles de superar en una empresa como esta, y nosotros queremos ofrecer una visión que sea una fuente de esperanza. Con la ayuda de Dios, las cosas pueden ser diferentes".

En la mesa redonda de expertos que tiene lugar a continuación, algunos miembros del Parlamento neerlandés declaran unánimemente su apoyo al Protocolo de Kyoto de 1997, por el que los países se comprometían a reducir las emisiones de CO2 y establecían objetivos concretos. Al comienzo de la conferencia, sólo 30 países en desarrollo habían ratificado el Protocolo.

Burócratas, diplomáticos y ministros discuten ahora la adopción y la puesta en práctica de ese documento. Elías Abramides, miembro argentino de la delegación, pregunta a los miembros del Parlamento qué sugerirían para un país como Argentina, que tiene que luchar con la carga aplastante de la deuda al tiempo que se le exige reducir sus emisiones de CO2. La respuesta de los representantes del mundo político es unánime: ése es el problema de Argentina. Los miembros del grupo sólo pueden mover la cabeza con desaprobación.

También desaprueba con su cabeza Nafisa D'Souza, que trabaja en la India con grupos autóctonos. Le alarma la idea de que los países occidentales puedan eludir sus responsabilidades financiando programas de reforestación. "No puedo dejar de pensar en el significado que tiene para la gente toda esta grandilocuencia. ¿Qué importa que los gobiernos y las empresas planten bosques con fines comerciales si la población local no puede explotarlos?

Para Elías Abramides, el celo que han puesto los países occidentales en reducir únicamente de palabra sus emisiones de CO2 es, cuando menos, un engaño. "No pido demasiado. Los países poderosos tienen que pensar en el verdadero objetivo. Si no reducen efectivamente sus emisiones de gases de efecto invernadero, la Tierra habrá perdido su última oportunidad".

El CMI ha seguido atentamente desde 1988 la política internacional sobre el cambio climático. Su grupo de trabajo ha participado en todas las cumbres importantes de las Naciones Unidas, y esto representa mucho trabajo. Hay tanta gente, tantas reuniones y tantas decisiones políticas. Como los demás, Marijke van Duin se encuentra a menudo agotada. "Te absorbe completamente. Ves que no se consigue mucho. La dificultad está en dar pasos pequeños y concretos sin perder la visión de conjunto".

Todos los miembros de la delegación dan esos pequeños pasos en los respectivos países y regiones. Lo importante es que la gente sea consciente del cambio climático. Uno se da cuenta de que algo ha cambiado. "Nosotros comenzamos sólo con una idea", dice Jesse Mugambi, de Kenya, hablando de su labor en África. "Ahora organizamos talleres en las aldeas y la gente aprende a adaptarse a los cambios construyendo, por ejemplo, depósitos de agua para utilizar en la estación seca."

Para Jesse Mugambi, el hecho de que la nieve se funda en la cumbre del Monte Kenya es una señal del calentamiento del planeta. Hablando de las negociaciones que se llevan a cabo en la conferencia, dice: "Se puede obrar por la vida o por la muerte. Nosotros, en el CMI, hemos optado por la vida". Durante la conferencia sobre el clima, el grupo de trabajo se reúne prácticamente todos los días. Se habla de los proyectos de cada uno, se examina la evolución de los trabajos de la conferencia y se deciden sobre la asignación de fondos.

Pero, siempre hay tiempo también para conversaciones personales, y, el día de San Nicolás, Larisa Skuratovskaya, de Rusia, ofrece a todo el mundo bombones de su país.

Los miembros de la delegación también reponen fuerzas en la iglesia Kloisterkeer de La Haya, en la que celebran un servicio de culto ecuménico con la congregación local y con participantes en la conferencia. Alrededor de 100 personas unen sus voces cantando en muchos idiomas, y el sermón y las oraciones se centran en la creación de Dios. Después del servicio, la congregación invita a los participantes a una recepción en la que toda la comida que se ofrece es biológica. Sin embargo, no pueden demorarse mucho, pues el presidente de la conferencia ofrece también una recepción y los miembros de la delegación quieren asegurarse de que la posición del equipo ecuménico esté representada también allí.

La pastora Angelique Walker-Smith presenta la posición de la delegación ecuménica en la sesión plenaria de la Conferencia. Doce organizaciones no gubernamentales (ONG) tienen la oportunidad de acceder a la tribuna. La décima en la lista de oradores es el Consejo Mundial de Iglesias, la única organización religiosa con representación. "Estoy un poco nerviosa", reconoce la pastora al periodista que la entrevista para la televisión. En su intervención, subraya: "Estamos convencidos de que las negociaciones sobre el cambio climático se deben volver a centrar en las opciones que reúnan los criterios de eficacia ecológica, equidad, responsabilidad y eficiencia económica dando prioridad a estrategias de reducción de las emisiones en los países responsables de un alto nivel per cápita de contaminación. Toda la humanidad es hecha a imagen y semejanza de Dios y todo en la naturaleza lleva la impronta de Dios. La herencia de Dios está destinada al cuerpo comunal, concepto que incluye toda la naturaleza."

Los miembros de la delegación ecuménica esperan que se escuche su mensaje. "Si no ahora, más tarde", dice Bonnie Wright, de Zimbabwe, poniendo todas sus esperanzas en Dios. "Dios velará para que se tome el camino adecuado".

Mirjam Schubert, periodista alemana, acompañó al equipo ecuménico durante el Sexto Período de Sesiones de la Conferencia de los Estados Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP6).

Una foto de Angelique Walker-Smith en la sesión plenaria de la Conferencia.

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