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29 de septiembre de 2000

Las iglesias tienden la mano a los refugiados en Egipto
Elizabeth Ferris


"Si las iglesias no ayudan a los refugiados, nadie lo hará", dice el Sr. José Pires, de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), hablando del trabajo que realizan las iglesias en Egipto. A diferencia de lo que ocurre en otros países con una importante población de refugiados, en Egipto no hay prácticamente ninguna otra organización no gubernamental que se ocupe de los refugiados.

Pires se dirigía a los participantes en una reunión anual del Grupo de Trabajo sobre Refugiados, Desplazados y Migrantes, del Consejo de Iglesias de Oriente Medio, que se celebró en El Cairo, a mediados de septiembre. Los miembros del Grupo de Trabajo tuvieron la oportunidad de visitar algunos de los proyectos de extensión de las iglesias egipcias que reciben apoyo de Consejo Mundial de Iglesias (CMI). Elisabeth Ferris, miembro del Equipo de Relaciones Internacionales del CMI, asistió a esa reunión, y hace una reseña de lo que vio.

En la Iglesia Anglicana de Todos los Santos, unos 30 refugiados sudaneses, recién llegados, esperaban pacientemente sus tarjetas de identidad que les permitirían tener acceso a los servicios de ayuda. La iglesia administra un dispensario médico, cuyo personal está integrado sobre todo por profesionales de Sudán, y proporciona ropa, alimentos, cursos de formación técnica y profesional y sesiones de apoyo espiritual. Las tarjetas también dan una cierta protección a los sudaneses que pudieran tener problemas con las autoridades. La mayoría de ellos está en el país sin documentación - son víctimas de una guerra que ha causado muchos sufrimientos durante los últimos 15 años. La Iglesia de Todos los Santos es una iglesia pequeña que tiene como feligreses a unas 75 familias extranjeras, pero que trabaja actualmente con 4.400 refugiados inscritos.

Otras iglesias -St. Andrews, el Sínodo Presbiteriano del Nilo, la Iglesia Ortodoxa Copta y la Iglesia del Sagrado Corazón (Católica Romana)- también prestan asistencia a los refugiados. Todas colaboran para coordinar sus servicios por mediación de un comité ecuménico. Mientras que St. Andrews centra sus actividades en la instrucción de los niños más (pequeños, la Iglesia del Sagrado Corazón se ocupa de los niveles primario y secundario, y otras iglesias de la educación de adultos. Con una iglesia alemana vecina, St. Andrews organiza cursos de carpintería, artesanía, costura y de arte para los refugiados. La Iglesia Ortodoxa Copta, por su parte, ayuda a los refugiados a nivel personal y proporciona asistencia médica a 10 refugiados que transfiere cada mes a sus servicios la Iglesia Presbiteriana.

Durante los últimos años, Egipto ha recibido entre dos y cinco millones de refugiados sudaneses, y todas las semanas llegan más. Refugiados africanos de otros doce países también han buscado refugio en Egipto. Para los sudaneses la vida no es fácil en ese país. No tienen permiso de trabajo, raramente se les concede el estatuto de refugiados, y viven en condiciones económicas muy duras.

"A veces, los sudaneses que llegan aquí esperan poder alojarse en la casa de parientes que viven en El Cairo. Pero los apartamentos son pequeños y están atestados de gente. Los propietarios se enojan y puede ocurrir que los sudaneses pierdan su vivienda", nos explica un representante de la iglesia. "La vivienda es un problema grave". Pero lo peor es la incertidumbre en cuanto a la situación política en Sudán y al momento en que podrán regresar a su casa y retomar una vida normal. En esas circunstancias, las iglesias ofrecen un servicio que nadie más puede aportar.

Sin embargo, según el Padre Cosimo: "No sólo los refugiados tienen necesidad de las iglesias. Nosotros también las necesitamos, tenemos necesidad de su testimonio. Si las iglesias se acercan a los refugiados, será un enriquecimiento para ellas. Los refugiados nos aportan su propia experiencia".

El Padre Cosimo es un sacerdote de la Iglesia del Sagrado Corazón de El Cairo, una parroquia católica que ha abierto sus puertas a los refugiados de Sudán. La iglesia se encarga de una escuela que frecuentan 950 niños. Todos los maestros son refugiados sudaneses. Las diez clases están abarrotadas, aunque la escuela tenga dos turnos. La demanda de educación es muy grande y los niños vienen de lejos para asistir a los cursos. "Hay cada vez más jóvenes analfabetos", explica el Padre Cosimo, "es una consecuencia de la guerra en el Sur".

El director de la escuela, Joseph John, vive en Egipto desde hace diez años y está muy orgulloso de las numerosas actividades que los refugiados y la iglesia han puesto en marcha: cursos de informática, programas para las mujeres, un coro, grupos de jóvenes, educación de adultos, cursos de árabe y de inglés, y proyectos remunerativos. "También nos ocupamos de la reconciliación", dice. "Al permitir que los sudaneses de distintas regiones y de distintas tribus trabajen juntos, estamos contribuyendo a la paz en ese país". En la escuela, cristianos y musulmanes estudian unos al lado de otros.

La Iglesia del Sagrado Corazón es un lugar de reunión para la comunidad sudanesa. Seis familias que acababan de llegar acampan en un rincón. No tenían adonde ir y la iglesia no podía dejarlos en la calle. En julio pasado, la iglesia fue cercada por un grupo de 800 egipcios, enojados a causa de un accidente de autobús. El disturbio duró varias horas, dado que la policía no pudo dominar a la multitud que tiraba piedras, incendió un vehículo y golpeó a varios sudaneses que trataban de entrar a la iglesia. Once personas que estaban dentro del edificio fueron heridas y tuvieron que ser hospitalizadas. Los sudaneses no tienen derecho a trabajar, pero, por supuesto, tienen que hacerlo para sobrevivir. Y así es cómo se crean las tensiones.

Sin embargo, la iglesia continúa siendo una fuerza de curación y de esperanza. Durante los cultos el domingo por la mañana, muchos de los fieles no caben en la iglesia y tienen que sentarse en la calle delante del templo. Como dice el Padre Cosimo: "Los refugiados tienen mucho para enseñarnos".

El trabajo del CMI con los refugiados

Desde que se estableció el Servicio de Refugiados en 1946 (antes de la formación del propio CMI), las actividades del CMI en favor de las personas desarraigadas se han apoyado en el trabajo que realizan sus iglesias miembros, y la comunidad ecuménica más amplia. La labor tiene cuatro objetivos principales:
  • coordinar el servicio diaconal para y con las personas desarraigadas como un elemento central de la vida de las iglesias;
  • influir en las políticas a nivel mundial, regional y nacional, aportando una perspectiva cristiana basada en la ética;
  • cambiar las condiciones de vida de las personas desarraigadas apoyando y promoviendo acciones de solidaridad práctica a nivel local;
  • hacer frente a las causas que obligan a las personas a abandonar sus comunidades.

    La prioridad es ayudar a las iglesias a comprometerse concretamente con las personas desarraigadas mediante acciones de solidaridad, de defensa de sus derechos y ejerciendo su ministerio. El fortalecimiento de la capacidad institucional es fundamental para todas estas actividades.

    El programa del CMI colabora activamente con organizaciones cristianas internacionales y con organizaciones internacionales de la sociedad civil, que comparten sus preocupaciones. También se han establecido relaciones de colaboración con las principales organizaciones internacionales especializadas en la ayuda a los refugiados, los desplazados internos y los migrantes: el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y el Consejo Internacional de Organizaciones Voluntarias (ICVA).

    La Red Ecuménica Mundial del CMI para las Personas Desarraigadas reúne a representantes de grupos de trabajo regionales que se ocupan de las personas desarraigadas. La Red se reunió del 24 al 26 de septiembre para examinar los problemas que requieren una acción ecuménica de defensa en común y para formular recomendaciones en relación con la política y el trabajo del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). El ACNUR conmemora su 50 aniversario este año (véase infra).

  • ACNUR

    El ACNUR, organismo de las Naciones Unidas especializado en la ayuda a los refugiados, está encargado de dirigir y coordinar la acción llevada a cabo a nivel internacional para proteger a los refugiados y resolver los problemas que se les plantean. El ACNUR tiene por objetivo principal salvaguardar los derechos de los refugiados y asegurar su bienestar. Se esfuerza por garantizar que cada uno pueda ejercer su derecho de buscar y encontrar un asilo seguro en otro Estado, así como su derecho de regresar a su país cuando lo desee.

    Al ayudar a los refugiados a regresar a su país o a instalarse en un país tercero, el ACNUR trata de proponerles soluciones duraderas.

    Las actividades del ACNUR están regidas por el Estatuto de la organización, en el marco de la Convención de las Naciones Unidas de 1951, relativa al estatuto de los refugiados, y de su Protocolo de 1967.

    El derecho internacional relativo a los refugiados proporciona un marco esencial de principios para las actividades humanitarias del ACNUR.

    El Comité Ejecutivo del ACNUR y la Asamblea General de las Naciones Unidas también han autorizado el trabajo de esta organización con otros grupos, en particular, las personas apátridas o aquellas cuya nacionalidad es objeto de litigio y, en ciertas circunstancias, con los desplazados internos.

    El ACNUR tiene 274 oficinas en 120 países en todo el mundo, incluida la sede. La organización cuenta con 5.000 miembros del personal, de los cuales el 83% trabaja sobre el terreno En 1999, su presupuesto total fue de 1.170 millones de dólares.

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    El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) es una comunidad de 337 iglesias, procedentes de más de 100 países de todos los continentes y de la mayor parte de las tradiciones cristianas. La Iglesia Católica Romana no es una iglesia miembro pero mantiene relaciones de cooperación con el CMI. El órgano rector supremo es la Asamblea, que se reúne aproximadamente cada siete años. El CMI se constituyó oficialmente en 1948 en Amsterdam (Países Bajos). Al frente del personal del CMI está su Secretario General, Konrad Raiser, de la Iglesia Evangélica de Alemania.