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14 de agosto de 2000

Mujeres en Liberia: perdonar pero no olvidar
Karin Achtelstetter


La primera vez que Grace se encontró nuevamente delante de una clase, tras años de guerra, casi se desmaya. Entre los niños y niñas que la miraban llenos de expectativas, ella reconoció el rostro del que había matado en su presencia a su esposo y a su hijo.

El niño también la reconoció y cayó de rodillas frente a ella pidiéndole perdón; y ella lo perdonó.

"Perdona y olvida", dice un proverbio. Christiana R. Davies, presidenta de la Asociación Cristiana Femenina de Liberia (ACF) está dispuesta a perdonar, pero ciertamente no a olvidar. "Si olvidamos, nada aprenderemos de nuestra historia", dice Davies. Y sus palabras suenan casi como un conjuro: "¡No queremos otra guerra!"

Las mujeres que participan en la reunión de la Comisión Nacional de Mujeres de Liberia (NAWOCOL) asienten con la cabeza. NAWOCOL es una organización coordinadora de 105 organizaciones de mujeres de ese país. Fundada en 1991, durante el primer período de guerra, uno de los objetivos de NAWOCOL es relacionar las iniciativas de autoayuda de las mujeres y aunar sus esfuerzos para defender los intereses de las mujeres de Liberia.

Los grupos de mujeres que reúne NAWOCOL apoyan proyectos agrícolas, ayudan a las mujeres a organizar pequeñas empresas, otorgan pequeños préstamos a mujeres muy necesitadas y prestan asistencia a las madres adolescentes y a las jóvenes drogadictas. Las víctimas de la violencia o de violaciones pueden encontrar ayuda en el marco del proyecto AWAG de NAWOCOL.

"Creemos en la solidaridad entre mujeres. Nos cuidamos y nos ayudamos unas a otras" dice Pearl. "Durante la guerra, teníamos que arreglárnoslas por nuestra cuenta. Nuestros hombres eran reclutados por la fuerza o se ocultaban en sótanos o desvanes para no ir a luchar. La guerra nos hizo hombres a nosotras las mujeres... Aprendimos a cuidar de nosotras", dijo en tono mezcla de orgullo y de desafío.

Las mujeres de NAWOCOL deberán seguir mostrando temple y tenacidad, ya que a partir de ahora el AWAG - servicio de apoyo psicológico para mujeres y niñas traumatizadas a causa de maltratos o de violaciones durante la guerra- tendrá que arreglárselas sin la ayuda del UNICEF. Pero Pearl y las otras mujeres se niegan a tirar la toalla. "Nosotras mismas tendremos que encontrar el modo y los medios de financiar nuestros proyectos a fin de que podamos ser independientes respecto de los organismos donantes," añade Pearl.

Tres años después de alcanzarse una paz inestable en Liberia, sigue siendo urgente prestar apoyo psicológico para ayudar a las mujeres a superar sus experiencias traumáticas aunque, según Pearl, con el paso del tiempo, las prioridades han cambiado. La necesidad inmediata era proporcionar primeros auxilios, pero ahora hay que ocuparse de las consecuencias a largo plazo y de la reinserción de las mujeres y niñas que han sido víctimas de maltratos o violaciones. "Hemos logrado que las mujeres y las niñas puedan hacer frente nuevamente a la vida con cierta seguridad. Ahora tenemos que apoyarlas para que puedan comenzar una nueva vida."

El camino hacia esa nueva vida está lejos de ser fácil. "Calla, calla, no hables de eso," es el consejo que la mayoría de las mujeres recibe de sus familiares y amigos. "Calla, calla," - porque ¿quién va a querer casarse con una mujer que ha sido violada?

Hasta ahora, los autores han quedado impunes. A menudo las mujeres y las niñas se ven obligadas a convivir con sus agresores en la misma comunidad rural. No se confiesan los crímenes cometidos ni se castiga a los culpables. Sin embargo, las mujeres y las niñas que contaron sus experiencias a la delegación ecuménica internacional de mujeres dijeron una y otra vez que querían perdonar.

Las mujeres de la Baptist Missionary Educational Convention también están dispuestas a perdonar, pero no a olvidar.

Sara venía de muy lejos. Cuando finalmente llegó a la reunión, era demasiado tarde. Los miembros de la delegación ecuménica internacional se estaban preparando para marcharse. Sara se queda de pie y con actitud decidida en medio del grupo. Ha venido a contar su experiencia y quiere que las visitantes escuchen lo que tiene que decir y se lleven su testimonio.

"Mi historia es interminable," dice Sara "y no voy a entrar en detalles. He tenido que padecer todos los horrores de los que una mujer puede ser víctima en esta guerra, pero no quiero hablar de ello." Cuenta que un niño soldado agredió a su esposo. "Al final, el niño le cortó la cabeza. Me obligó a mirar. Mi madre fue asesinada y ni siquiera pude enterrarla porque me retuvieron en el otro lado del frente."

Pero Sara quiere perdonar al niño; se encuentra con él casi todos los días, y todos los días revive la terrible escena - pero lo quiere perdonar. Sara respira profundamente. "Se tarda mucho tiempo en perdonar, pero la Biblia nos enseña a amarnos los unos a los otros y a perdonarnos." Así pues, Sara está luchando con todas sus fuerzas para amar a ese niño. Pide por él en sus oraciones y "cada día", añade, " lo perdono un poco más." Pero Sara nunca olvidará lo que pasó.

Miembros del equipo internacional ecuménico:

Hélène Yinda, ACF Mundial, Ginebra (responsable del equipo)
Karin Achtelstetter, CMI, Ginebra
Jessica Babihuga Nkuuhe, ISIS, Uganda
Lillian Chirombe, ACF Mundial, Zimbabwe
Ashley Seaman, CMI, Iglesia Presbiteriana (Estados Unidos de América)

Este artículo fue escrito durante la visita de una delegación ecuménica internacional de cinco mujeres a Liberia, del 26 de julio al 2 de agosto, y es la primera de una serie de crónicas sobre este país de África occidental. La delegación fue a Liberia para conocer la situación de las mujeres y los niños en el país después de la guerra. Esta visita de solidaridad fue planificada y organizada por representantes del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), la ACF Mundial, la Conferencia de Iglesias de Toda el África (AACC) y la Federación Luterana Mundial (FLM).

Decenio para Superar la Violencia (2001-2010)

En la Octava Asamblea del CMI, celebrada en Harare (Zimbabwe), los delegados que representaban a más de 300 iglesias miembros del CMI proclamaron el Decenio para Superar la Violencia (DSV). La Asamblea declaró que en relación con las cuestiones de no-violencia y reconciliación el CMI "debe elaborar una estrategia de colaboración con las iglesias .....con miras a crear una cultura de la no-violencia". El Decenio, que se iniciará en todo el mundo en febrero de 2001, se basará en las iniciativas que ya existen en el mundo y ofrecerá un foro para intercambiar experiencias y establecer relaciones a fin de aprender unos de otros.

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