Cincuenta Aniversario y Octava Asamblea del CMI
Crónica mensual
no. 11
Expectativas en torno al Jubileo
Konrad Raiser, secretario general del CMI,
reflexiona sobre el programa de la próxima Asamblea de Harare,
así como sobre sus objetivos


En menos de tres meses, y tras el culto de clausura, finalizará la Octava Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias. En los últimos tres días, del 12 al 14 de diciembre, la Asamblea examinará y aprobará los informes que reciba de los distintos comités y establecerá directrices para la labor futura del Consejo Mundial. Estos últimos trabajos del orden del día de la asamblea se interrumpirán el domingo, 13de diciembre, con ocasión de una programa especial de celebración del 50 aniversario del Consejo, que fue fundado en agosto de 1948 en la Primera Asamblea de Amsterdam.

¿Qué cabe esperar de esta Asamblea? Algunos acontecimientos que se han producido en los últimos meses han suscitado preocupación ante la posibilidad de que los trabajos de la Asamblea se vean perturbados por conflictos que no sólo afectarían su orden del día sino que pondrían en tela de juicio la celebración del aniversario del CMI.
Las iglesias ortodoxas se han planteado la continuación de su participación en el Consejo Mundial de Iglesias. Y es probable que algunas de ellas reduzcan sus delegaciones en la Asamblea y limiten su participación. Actualmente, los esfuerzos de ambas partes se están centrando en aclarar la situación con miras a evitar una crisis en la propia Asamblea. Las cuestiones planteadas por las iglesias ortodoxas han sido tomadas debidamente en cuenta por el equipo de dirección del Consejo. Ahora bien, es evidente que la Asamblea no es el lugar adecuado para prestarles la atención que requieren, por lo que se prevé un proceso de debate y reflexión para el período posterior a la Asamblea en el marco de una comisión que será designada por el nuevo Comité Central elegido en la Asamblea.


El Metropolitano Kirill, de la Iglesia Ortodoxa Rusa, haciendo una pregunta durante la Conferencia Mundial sobre Misión y Evangelización del CMI (Brasil, 1997)

Objeto de preocupación también es la cuestión de decidir si la Asamblea debe abordar la controvertida cuestión de la orientación sexual. En los últimos años, muchas iglesias miembros del CMI, en particular en Europa y América del Norte, se han visto confrontadas al reto de definir o reexaminar su posición por lo que respecta a las cuestiones de orientación sexual. Uno de los ejemplos más recientes es el debate que tuvo lugar en la Conferencia de Obispos Anglicanos de Lambeth, los pasados meses de julio y agosto. La mayor parte de las iglesias miembros de África y de otras partes del hemisferio sur, así como las iglesias ortodoxas, no sienten la necesidad ni están preparadas para abordar este tema. Por consiguiente, hasta la fecha no se ha llevado a cabo una labor de fondo sobre el tema en el marco del Consejo Mundial de Iglesias. Todavía estamos lejos de un enfoque común de estas cuestiones, por lo que debe excluirse la posibilidad de que la Asamblea tome cualquier tipo de decisiones a este respecto. En la Conferencia de Lambeth esta cuestión formaba parte del orden del día oficial; ése no será el caso en la Asamblea del CMI.

En la Asamblea de Harare se dará cabida durante cuatro días a las contribuciones y presentaciones de las iglesias miembros, organizaciones y grupos ecuménicos invitados a exponer sus experiencias ecuménicas y sus expectativas por lo que respecta al futuro del Movimiento Ecuménico. Estas presentaciones se han agrupado en seis temas pero su contenido y forma son responsabilidad de los propios grupos que hagan la presentación. Las presentaciones tendrán lugar en el marco del Padare (palabra shona que significa lugar de reunión), que formará parte integrante de la Asamblea pero no de su orden del día oficial. El Padare será una oportunidad para que los delegados intercambien ideas con otros participantes en el marco de las distintas presentaciones y puedan llegar a una mejor percepción del mandato que deberán confiar al CMI para los próximos años. Algunas de estas presentaciones abordarán cuestiones relacionadas con la sexualidad humana y la orientación sexual, así como cuestiones relacionadas con la justicia y los derechos humanos o con el carácter inclusivo de la comunidad cristiana. El Padare es, pues, una interesante innovación en el programa de la Asamblea del CMI y se ha prestado particular atención a la necesidad de aclarar las "reglas del juego" de modo que este espacio abierto sea una ocasión para el intercambio y el aprendizaje mutuos antes que un espacio para la provocación y la confrontación. Con ese fin se ha formado un grupo asesor que supervisará todo el proceso del Padare e intervendrá en caso de conflicto.

Ya en anteriores asambleas ha quedado patente hasta qué punto este tipo de encuentro internacional, ecuménico y de grandes dimensiones puede suscitar conflictos. Es un riesgo que no podemos evitar. Ahora bien, hasta ahora el Consejo ha dado pruebas de suficiente madurez para hacer frente a esos conflictos con un espíritu de entendimiento y respeto mutuos. Y la Asamblea de Harare no será una excepción a esta tradición.

Pero, ¿será esta Asamblea un hito en la historia del Movimiento Ecuménico? ¿Planteará esta Asamblea nuevos e interpelantes desafíos? Por sus características, esta Asamblea promete ser un encuentro sin precedentes.

En primer lugar, han pasado 22 años desde la última asamblea del CMI en África. La Quinta Asamblea de Nairobi, en 1975, se reunió con un trasfondo de luchas de liberación, en particular, en la región de África Meridional, de la que forma parte Zimbabwe. Desde entonces, el fin del régimen del apartheid en Sudáfrica ha dado paso a un nuevo período de la historia postcolonial de África. Sin embargo, lo que se esperaba que fuera un período de reconstrucción, en particular, por lo que respecta a la comunidad africana, ha resultado ser un período de interminables conflictos internos. Habida cuenta de esta situación, las iglesias africanas tienen una función particularmente importante que desempeñar como portadoras de un mensaje de justicia, paz y comunidad sostenible.

El CMI eligió deliberadamente un país de África Meridional para la celebración de su Asamblea jubilar, reflejando así la convicción de que el futuro del Movimiento Ecuménico en el siglo XXI depende en gran medida de África. Así pues, se espera que la Asamblea de Harare aporte un mensaje de esperanza y solidaridad a las iglesias de África. Y África espera que las iglesias de todo el mundo, por medio de la Asamblea, adopten una firme posición por lo que respecta a la abrumadora carga de la deuda internacional a la que se ven confrontados los países africanos, principales integrantes del grupo ahora conocido como grupo de países pobres muy endeudados.
En África, una le las causas de la pobreza y el hambre es la carga de la deuda internacional. Fieles hacen cola en busca de comida en una iglesia de Kenya.(1993)


Mujer con una camiseta del Decenio en una reunión con visitantes del CMI a Sudáfrica.(1991).
En segundo lugar, la particularidad de esta Asamblea reside en el hecho de que coincide con la culminación del Decenio Ecuménico de Solidaridad de las Iglesias con las Mujeres. Pocos días antes de la apertura de la Asamblea (27-30 de noviembre), cerca de mil mujeres de todas las tradiciones cristianas del mundo se reunirán en Harare para participar en un festival con el tema Imaginemos el futuro más allá de 1998. En el marco de este encuentro se cosecharán los frutos del Decenio Ecuménico en una perspectiva de comunidad sin exclusiones. Las últimas evaluaciones del Decenio, basadas en los informes de cerca de 70 visitas de equipo a las más de 300 iglesias miembros del CMI han puesto en evidencia hasta qué punto el Decenio ha sido un importante estímulo para la autocrítica en muchas iglesias. Ahora bien, no hay duda de que todavía estamos al comienzo del camino hacia una verdadera comunidad de mujeres y hombres. Así pues, la Asamblea deberá reiterar que el CMI está dispuesto a continuar en la vanguardia de este proceso en los años por venir.

La tercera señal distintiva de la Asamblea es, por supuesto, lade ser la Asamblea del Jubileo del Consejo Mundial. Pero, ¿qué significa el jubileo ecuménico? En la tradición bíblica, el jubileo significa la liberación de esclavos y cautivos, la remisión de las deudas y la restitución de territorios ancestrales. Sin embargo, este jubileo es ante todo un símbolo de reconciliación y restablecimiento de relaciones justas en la comunidad. No hay duda de que el Movimiento Ecuménico necesita este mensaje del jubileo que se ha plasmado en el tema de la Asamblea: Buscad a Dios con la alegría de la esperanza.

Es importante que las iglesias escuchen el mensaje liberador del jubileo, que ofrece a todo el mundo la reconciliación de Dios en Cristo. La reconciliación entre iglesias separadas, que es la unidad que buscamos, es el don misericordioso de Dios. ¿Están las iglesias dispuestas a aceptar ese don y a celebrar la genuina aunque imperfecta comunión que, por la gracia de Dios, se ha hecho realidad en el transcurso de este siglo ecuménico? Si es verdad que la unidad y la reconciliación son dones de Dios, este mensaje del jubileo coloca todos nuestros esfuerzos ecuménicos en una nueva y más amplia perspectiva.


La "Liturgia de Llima" es un ejemplo de la "communión genuina aunque imperfecta" alcanzada en el marco del Movimiento Ecuménico.

No faltan quienes piensan que en vísperas del siglo XXI, el Movimiento Ecuménico está en una encrucijada. La peregrinación ecuménica ha llegado a un punto desde el que no se ve muy claro el camino a seguir. Los esfuerzos que al comienzo hicieron las iglesias, principalmente de tradición protestante anglosajona, para lograr la unidad por medio de la unión institucional y orgánica, están prácticamente paralizados. En las intensas conversaciones doctrinales entre iglesias y familias de iglesias de los últimos treinta años no se ha podido alcanzar la comunión y las iglesias todavía se debaten para hacer suyos los acuerdos que exigen una redefinición de su identidad tradicional.

Pero ninguna unión orgánica o consenso doctrinal es una respuesta a la búsqueda de unidad visible. El tema de la Asamblea, Buscad a Dios con la alegría de la esperanza, es una invitación a las iglesias en el espíritu del jubileo a liberarse de la cautividad institucional y doctrinal. Es una invitación a la conversión, a volverse a Dios para poder avanzar nuevamente. Esa cautividad y actitud de defensa de las iglesias están arraigadas en historias de división que contienen muchos recuerdos dolorosos y de culpabilidad con los que las iglesias todavía no se han reconciliado. El jubileo de Dios es portador de un mensaje de perdón. El jubileo de Dios puede liberar a las iglesias de las ataduras del pasado y abrir el camino hacia el futuro.

Años atrás en este siglo, cuando los pioneros ecuménicos formularon su visión, impulsaron a los dirigentes de iglesias, laicos y ordenados, a emprender un proceso de renovación ecuménica. Desde entonces se han conseguido muchos logros. Pero, ¿sigue siendo esa visión ecuménica una orientación para el pueblo de Dios en su camino? En la Asamblea de Harare, tras la celebración de nuestro aniversario del jubileo, se invitará a los delegados a renovar su compromiso con el Movimiento Ecuménico en nombre de sus iglesias. En el orden de culto, en cuyo curso se formulará este compromiso, sedefine así la visión ecuménica:

Anhelamos la unidad visible del cuerpo de Cristo,
que afirma los dones de todos,

jóvenes y ancianos, mujeres y hombres, laicos y ordenados.

Tenemos esperanza en la curación de la comunidad humana,
la plenitud de toda la creación de Dios.
Creemos en el poder liberador del perdón,
que transforma la hostilidad en amistad

y rompe la espiral de la violencia.

Aspiramos a una cultura del diálogo y la solidaridad,
a compartir la vida con los extranjeros

y a buscar el encuentro con los creyentes de otras religiones.


Sesión plenaria durante la Asamblea de Canberra, 1991 - una expresión de la comunidad de iglesias que constituye el CMI.
¿Tendrá esta visión la fuerza necesaria para guiar a las iglesias en su empeño de ser una iglesia más verdadera, de ser un espacio donde pueda vivirse realmente la reconciliación? El hilo conductor de esta declaración es la visión de una nueva calidad de vida y de relaciones en la comunidad, reflejando así lo que un reciente documento normativo ha afirmado ser el entendimiento fundamental que tiene el CMI de sí mismo: una comunidad de iglesias responsables unas para con otras.
Esta afirmación constituye un desafío, tanto para las iglesias como para el Consejo. La forma en que la Asamblea haga frente a los posibles conflictos de orden político, eclesial y moral demostrará hasta qué punto las iglesias miembros y el CMI, en tanto que organización, están dispuestos a concretizar esta visión. Este será, quizás, el mensaje más significativo de la Asamblea.


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