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Octava Asamblea
Plenaria deliberativa: "Ubuntu y el kairós africano"


 
ÍNDICE

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1. Programa de la plenaria

2. África: La huella de Dios por N. Barney Pityana

3. Una mirada introspectiva: carta a mis antepasados por Mercy Amba Oduyoye

4. Compromiso para avanzar junos por el camino de la esperanza

Programa de la plenaria sobre áfrica

Bienvenida e introducción
La plenaria comenzará con una breve proyección de diapositivas con el telón de fondo de un sol naciente sobre un enorme mapa de África. El redoble de los tambores africanos será la música de fondo. Al terminar la proyección de diapositivas y acallarse los tambores, el Dr. Aaron Tolen, moderador de la plenaria hará una introducción de cinco minutos.

El Ubuntu y el "Kairós" africano.
En el escenario, tres actores (un anciano, una mujer y una persona joven) entablarán un diálogo con objeto de reflejar el conflicto entre dos herencias: la opresión y dominación por una parte, y la resistencia y lucha por otra, que han dado paso a la actual situación en la que, tras mucho tiempo, África tiene por fin derecho a la libertad, a liberarse de la opresión, y se está esforzando por definir y determinar su propio futuro.

La escenificación correrá a cargo de un grupo de teatro popular de Zimbabwe (ZACT):

Los relatos abarcarán problemas económicos, sociales y políticos que afectan a África.

Breve intervalo de tambores y canciones

Análisis e Interpretación
El Rev. Dr. Barney Pityana y la Dra. Mercy Oduyoye se encargarán de la interpretación y el análisis de las representaciones (15 minutos cada uno). La vinculación entre la experiencia vivida y el análisis pondrá en evidencia la interrelación que hay entre los contextos africano y mundial. También ayudará a equilibrar la metodología y el contenido, incluyendo los problemas contemporáneos de África y la manera en que África se enfrenta con ellos.

Debate
El moderador cederá la palabra a los asistentes. Los delegados tendrán la oportunidad de exponer ampliamente sus testimonios personales. Podrán formularse también preguntas y observaciones.

Acto de compromiso
Cincuenta y tres niños africanos, dirigidos por la Srta. Nyoni, saldrán al escenario cantando Nkosi Zikilela África. Cada uno de ellos llevará la bandera de un país africano para simbolizar la unidad en la diversidad.

La plenaria terminará con un acto de compromiso: todos los africanos del continente y de la diáspora se pondrán de pie en el lugar en que se encuentren en la sala de la plenaria y se comprometerán a luchar por un África mejor y, ante todo, por decir "nunca más" a la humillación. En el acto de compromiso los africanos pedirán a la Asamblea que los acompañe en su camino de esperanza. El resto de los delegados responderá poniéndose de pie para cantar Nkosi Zikilela África como símbolo de solidaridad.

Se terminará con redoble de tamboresde diversas partes de África que vendrán de las cuatro esquinas de la sala. Por último los tambores se acallarán poco a poco a medida que los delegados abandonan la sala. A la Plenaria sobre África seguirá la velada cultural: ambas deben considerarse como dos fases del mismo proceso.


Africa: La huella de Dios
N. Barney Pityana

Recientemente se descubrió en Langebaan, en la costa occidental de Sudáfrica, una serie de huellas de pisadas. Los paleontólogos estiman que esas huellas deben de tener aproximadamente 117.000 años y pertenecen a un antepasado de los seres humanos de nuestros tiempos. Figuran entre los rastros más antiguos descubiertos hasta ahora del ser humano en su anatomía actual, y confirman lo que están descubriendo arqueólogos e historiadores de la prehistoria, a saber, que África es la cuna de la humanidad y el lugar de nacimiento de los hombres y mujeres de nuestros tiempos.

En conexión con este importante descubrimiento acerca de los tiempos antiguos o incluso prehistóricos realizado recientemente, está el encuentro de los visitantes, y más tarde colonizadores, europeos de nuestros tiempos, con África. En el siglo XV, navegantes europeos echaron por primera vez el ancla en la costa africana y se encontraron con su población autóctona. Lo que más les sorprendió fue que esas personas no tenían religión. Lo dedujeron porque no había ningún signo de religiosidad: no había templos ni construcciones sagradas ni ningún lugar visible que se considerase santo, ni momentos dedicados a la oración, ni posturas ni gestos que mostraran el reconocimiento de lo divino. Las personas cantaban y bailaban y batían sus tambores con sensual exhibicionismo.

Por consiguiente, el reciente descubrimiento en África parece demostrar que los primitivos seres humanos no adoraban a divinidad alguna sino a la quintaesencia misma del propio ser humano, esto es: sus huellas. Esos hombres y mujeres dejaron su impronta sobre el medio ambiente. Anduvieron de un lado para otro en busca de alimentos, para imponerse al medio natural en que vivían y para establecer relaciones. La humanidad camina. La cultura y el modo de vida de los pueblos primitivos no se descubre a través de sus objetos o construcciones religiosas sino a través de la actividad del ser humano. Entre la grava del Cabo occidental se han encontrado fósiles de animales, plantas y vida marina, e instrumentos de piedra de hace por lo menos un millón de años, de los que los seres humanos se servían para vivir. La Cueva Peer, en Fish Hoek, prueba que la vida humana se remonta hasta aproximadamente 500.000 años. El Hombre de Fish Koek, descubierto en 1927 entre nueve esqueletos humanos, tenía unos 12.000 años. Todo esto me hace pensar que el pueblo de África caminaba con Dios y Dios con él. La forma de la huella del pie se parece al aspecto geográfico de África. No puede haber más huella y testimonio de Dios que su presencia en armonía con la actividad de los humanos. El Dios de África coexiste y camina con el pueblo de África. Dios sólo existe con la persona humana. Ese Dios es débil y vulnerable porque no hemos conocido otro Dios. Es el Dios que comparte nuestra condición humana, porque Dios no tiene más existencia que la nuestra. Sólo hemos conocido a Dios en las personas de nuestra experiencia diaria. No hay templos, no hay arquitectura de piedra, no hay lugares sagrados, no hay vestimentas sagradas ni momentos sagrados. Toda la actividad del ser humano, su propia esencia, no era otra cosa que la devoción a la deidad que es el creador. Por consiguiente, para comprender al pueblo de África es necesario cambiar de paradigma en cuanto a Dios y la vida religiosa. África es la huella de Dios.

Al hablar de África hay que evitar la tentación de las posiciones extremas: el desaliento y la visión fatalista de un continente en continua crisis, un pueblo que ha sido objeto de explotación durante los tiempos modernos, en donde prevalecen la corrupción y las guerras y en donde la población es víctima de todas las enfermedades imaginables. Un mundo en el que no existen ni la ciencia ni el saber. Zephania Kameeta nos brinda el ejemplo más dramático de esta visión de África en las palabras de Keith Richburg, un periodista afroamericano que ha trabajado en los lugares más conflictivos del continente africano:

Háblenme ustedes de África y de mis raíces negras y de mi parentesco con mis hermanos africanos y se lo devolveré a ustedes a la cara y luego les refregaré por las narices las imágenes de la carne en descomposición... Pero sobre todo pensaré: gracias a Dios que mis antepasados se marcharon, porque ya no soy uno de ellos.
En el otro extremo está el famoso erudito afroamericano Manning Marable que, en sus estudios sobre la civilización antigua de África, se centra en lo que África ha aportado a la civilización moderna. África es la cuna de la humanidad, la fuente del saber, la ciencia y la cultura, de los grandes africanos que configuraron la historia del conocimiento y de la civilización. En una sorprendente exposición de la historia desde una perspectiva africana en la que África es el sujeto y no el objeto y en donde los instrumentos de interpretación están en manos del africano mismo como intérprete de su propia historia, el narrador de su propia vida. El problema está en que no tiene en cuenta el hecho de que África ya no es visible, se ha ahogado en la miseria, el sufrimiento y la explotación de que es víctima actualmente gran parte de su población. La colonización le ha robado el alma a África. El otro problema está en que uno se siente inclinado a culpar de la suerte de África a todos los demás, excepto a los mismos africanos. África no tiene que asumir la responsabilidad de su situación, su política, su economía y su cultura. Hay fuerzas que intervienen, el deus ex machina que exhala los vapores de su poder demoníaco sobre la población de un continente desventurado. Esta es la teoría de la victimización, que debemos evitar.

Lo que yo propongo es un punto medio entre los dos extremos: no dejarse llevar por el desaliento y la actitud cínica de los detractores ni por la glorificación del pasado, tal como lo ven sus admiradores. Yo utilizo la fe como instrumento para interpretar el corazón y el alma de África. Por la forma de las huellas creo que el pueblo de África ha caminado y trabajado con Dios durante siglos. El pueblo de África es un pueblo de fe, y en la fe se ha sustentado, pues forma parte de su vida ordinaria, de su vivir cotidiano. Es su fe la que dice que Dios mora entre ellos. Dios camina con ellos y sufre con ellos. La explicación no está en Dios pues el pueblo es el resultado de su medio ambiente y su circunstancia. Es interesante observar que el pueblo africano no culpa nunca a Dios de su sufrimiento. La teodicea no es la filosofía de nuestra religión. Todo efecto tiene una causa, y la búsqueda de significación y de explicación hace que se recurra a los adivinos, porque ellos pueden ver más allá del mundo elemental. El mal no es fortuito: a menudo es causado por los seres humanos y, en última instancia, por las fuerzas del mal, que actúan más allá del entendimiento humano. Los seres humanos tienen el poder de hacer el bien y el mal.

Los africanos caminaron con Dios y Dios plantó su tabernáculo entre ellos. Dios se encarnó y ellos vivieron sustentados por la fe y en la fe. Su cosmología vinculaba el pasado, el presente y el futuro a través de los antepasados. El espíritu de los antepasados estaba siempre presente, mediando e interviniendo en la suerte de todos. Esta visión de la vida suponía que el pueblo africano era un pueblo tolerante. Es cierto que tuvieron guerras, y héroes y heroínas. Es cierto que los grupos dominantes oprimían a los menos poderosos. Esta era la ley de la naturaleza. Pero quienes vivían bajo su protección eran aceptados, y los extranjeros tenían siempre asegurada la hospitalidad. Esto explica por qué el pueblo de África fue colonizado. Aceptaba y acogía bien a los extranjeros y se dejaba dominar por las fuerzas que no comprendían su modo de vivir. Las religiones del mundo encontraron un hogar en África. Ninguna cultura era totalmente ajena. Llegaba a ser parte del conjunto y podía expresarse en la cultura del continente. Por eso tenemos hoy en África una mezcla de culturas y religiones. El pueblo africano caminó con Dios en la fe.

Pero esta fe está en crisis y puede incluso ser la causa de la crisis que vive el continente. El pueblo africano no es mejor ni peor que cualquier otro pueblo del mundo. Busca sistemas de vida mejores para ellos y para sus hijos. Sueñan con la libertad, con mejores oportunidades de vida y con medios que les permitan ampliar sus posibilidades. Han visto implantarse y desaparecer gobiernos y sistemas. Fueron tratados despóticamente por hombres poderosos y, cuando a éstos les llegó la hora, los vieron derrumbarse. Hay un ciclo de vida que es tan previsible como inevitable. Por ello la fe de África ha estado siempre vinculada a la humanidad. Su pueblo configuró siempre su suerte. La fe está en crisis porque se ha debilitado y traicionado la confianza en las personas. Dios parece haber abandonado al pueblo de África. El Dios que infundió esperanza en medio de la tragedia y que apoyó el futuro no está ya entre ellos. Se ha abandonado al pueblo a las despiadadas fuerzas devastadoras. Al igual que los israelitas, hemos tratado de ser como otras naciones, olvidando que Dios está en medio de nosotros y camina con nosotros. Hemos levantado muros de división y hostilidad entre nosotros; hemos constituido ejércitos y malgastado fondos en armas de destrucción. Hemos vuelto nuestras armas contra nuestro propio pueblo y nos hemos destruido unos a otros en guerras fratricidas. Las riquezas de nuestros países se han negociado en los mercados mundiales sin tener en cuenta las necesidades de nuestras gentes. Nuestros dirigentes nos han robado para depositar nuestro dinero en Europa e imponernos la carga de la deuda. En estas circunstancias, la fe de nuestros antepasados necesita una reencarnación. Pero nos hemos encontrado ya antes en la misma situación.

He dicho que estaba simplemente tratando de encontrar una explicación y no pidiendo disculpas. Me parece que esa explicación nos llevará de nuevo al pueblo de África y su fe en Dios. El desafío con que nos enfrentamos es triple: erradicar la pobreza, implantar la democracia, los derechos humanos y sistemas de gobierno eficaces y, por último, establecer normas para un mundo en el que se respeten los principios éticos.

Empiezo con la pobreza no porque quiera dejarme llevar por el abatimiento. Aunque estoy de acuerdo en que África debe asumir la responsabilidad de la gestión de sus asuntos, no se puede perder de vista el hecho de que la pobreza no es un estado natural del género humano. La pobreza es una situación creada por los seres humanos, porque es la consecuencia de la adopción de medidas políticas que empobrecen a unos y enriquecen a otros. En la medida en que la pobreza se debe a los propios seres humanos, creo que la pobreza puede erradicarse. En el Informe sobre Desarrollo Humano 1997, se estima así en pocas palabras:

La erradicación de la pobreza en todas partes es no sólo un deber moral sino un compromiso con la solidaridad humana. Es una posibilidad práctica y, a largo plazo, un imperativo económico para la prosperidad mundial. Precisamente porque la pobreza no es ya inevitable, tampoco debería tolerarse. Ha llegado el momento de eliminar los peores aspectos de la pobreza humana en diez o veinte años para crear un mundo más humano, más estable y más justo.
La confianza que encierra esta afirmación es un signo muy esperanzador. Con buena voluntad, también a nivel político, la pobreza puede erradicarse. En el África subsahariana, unos 220 millones de personas ganan menos de un dólar por día; 122 millones son prácticamente analfabetos, 205 millones no tienen acceso al agua potable, y 205 millones no tienen acceso a servicios de salud. Esta tendencia podría y puede cambiar en el curso de nuestra vida. Puede cambiar si se elimina la corrupción en la gestión de los recursos públicos. La corrupción es un robo a los pobres. Puede cambiar si se revalúan las prioridades nacionales para la distribución de los recursos disponibles de manera que se tenga principalmente en cuenta a los pobres en la política social. En otras palabras, puede cambiar si hay voluntad política. Puede cambiar si se controlan y se orientan la mundialización y el curso de los mercados de manera que beneficien a los más necesitados y si se adopta una interdependencia verdadera y se comparte la carga. Puede cambiar en un mundo menos egoísta. Puede cambiar si los pobres no tienen que arrastrar la carga paralizante de la deuda. Sí, todo eso puede cambiar. La pobreza es una maldición para la humanidad. Según el Informe sobre Desarrollo Humano 1998, las tendencias del consumo son una de las características de la vida moderna que deben cambiar para que la humanidad pueda hacer frente al reto de la erradicación de la pobreza.

El segundo imperativo que he señalado es la democracia, los derechos humanos y la buena gestión de los asuntos públicos. Por supuesto, no puede erradicarse la pobreza ni eliminarse la corrupción si no se parte de la base de aplicar políticas realmente democráticas y de asumir responsabilidad frente a las necesidades humanas, es decir, con una buena gestión de los asuntos públicos. Estas aspiraciones expresan la visión de los estados africanos que, en el preámbulo de la Carta de la OUA, fundada en 1963, establecieron que la libertad, la igualdad, la justicia y la dignidad son objetivos esenciales para el logro de las aspiraciones legítimas de los pueblos africanos. En la Carta Africana de Derechos Humanos, aprobada en 1981, se establece para los pueblos africanos un nivel mínimo y uniforme de logros sobre la base de las virtudes de su tradición histórica y los valores de la civilización africana que deberían inspirar la reflexión sobre la noción de los derechos humanos. En su informe a la Asamblea General, Kofi Annan se refiere al espíritu renaciente de África que trata de encarar con honestidad los esquemas del pasado. A ese respecto, se refiere a los derechos humanos y el imperio de la ley como las piedras angulares de una buena gestión de los asuntos públicos. Un frica que se comprometa a asegurar una buena gestión de los asuntos públicos y la libre participación de las personas en los gobiernos de los países respectivos; una interacción entre los gobernados y los que gobiernan por consenso; un África que se comprometa a acabar de raíz con la corrupción y a asumir en todo momento sus responsabilidades asegurará a largo plazo la estabilidad y la prosperidad para todos sus pueblos. Kofi Annan lo formula en los siguientes términos:

Africa debe manifestar la voluntad de gestionar con seriedad sus asuntos públicos, velando por el respeto de los derechos humanos y el estado de derecho, fortaleciendo la democratización y promoviendo la transparencia y la capacidad en materia de administración pública. A menos que se recompense la buena gestión de los asuntos públicos, frica no se librará del peligro de conflicto ni de su realización, tan patentes hoy en día.
Siguen planteándose preguntas acerca de cuál sería la forma más apropiada de democracia para el África actual. Desde el auge de las elecciones con múltiples partidos y el desmantelamiento de estados con un solo partido y presidentes de por vida conservados desde el final de la Guerra Fría, abundan las preguntas no sólo sobre "la vitalidad, la calidad y la pertinencia del tipo de transición democrática que está teniendo lugar sino también acerca de las posibilidades de sostenimiento y las perspectivas para la consolidación e institucionalización de las reformas operadas" (Olukoshi: 10). Son todas ellas preguntas válidas cuyas respuestas podrían asegurar un sistema de administración política y social más duradero, que los pueblos de África podrían aceptar y, por consiguiente, defender.

En tercer lugar, quiero hacer un llamamiento a la regeneración moral del continente africano y de sus pueblos. En cierto sentido se trata aquí de una preocupación particularmente importante, porque es fundamental para todos nuestros problemas. Una orientación ética de la vida es condición indispensable para lograr una sociedad basada en una buena gestión de los asuntos públicos y que proteja los derechos humanos de sus ciudadanos. Ese tipo de sociedad respondería positivamente al imperativo moral de hacer frente a la incidencia de la pobreza y la desigualdad. Una sociedad moral trata de aproximarse lo más posible a la voluntad de Dios en las relaciones humanas y en la manera de organizarse. El prevalecimiento del relativismo moral y la selectividad no servirán nunca la causa de África. Tendrá que haber algunos valores comunes, compartidos y duraderos que nos unan para siempre. La marca que distingue a un gran pueblo es su capacidad de hacer frente a los problemas morales de su tiempo y de establecer los fundamentos de una sociedad justa para nuestra generación y las generaciones futuras. Cuando más humanos somos es cuando nos mostramos sensibles a los problemas éticos. Es la marca de la ubuniu, la creencia que ha hecho que muchos africanos se abran a un ideal conforme al cual la humanidad de cada uno está ligada a la humanidad de otros. Este es el mejor legado que podemos dejar a las futuras generaciones para que vivan en un mundo que sea más y no menos humano, un mundo más benévolo y solidario.

Esto es lo que me dice la parábola de la huella fosilizada. Me dice que Dios es grande no porque sea poderoso sino porque ha elegido morar entre nosotros, personas normales, pecadores. Esta es la esperanza que África está dispuesta a compartir con el mundo. Cuando el Movimiento Ecuménico vuelva de nuevo al gran continente, desde Nairobi, en 1975, encontrará un pueblo que tiene sed de paz y mira el futuro con confianza. África llena de fe y de esperanza.

BIBLIOGRÍA

Informe sobre Desarrollo Humano 1997 y 1998; PNUD
Ecos: Justicia, Paz y Creación 14/98; Ginebra: CMI
Adebayn O. Olokushi (Ed.). The Politics of Opposition, Uppsala: Nordiska Afrikainstitutet, 1998
Kofi Annan: Las causas de los conflictos y el fomento de la paz duradera y el desarrollo sostenible en África; Asamblea General de las Naciones Unidas, Doc A/52/871-S/1998/318.

Una mirada introspectiva: carta a mis antepasados
Mercy Amba Oduyoye

Queridos antepasados:

El Consejo Mundial de Iglesias está nuevamente en África, y nosotros, los hijos de este continente, queremos mostrar a todos nuestra tierra, la herencia de Dios que ustedes guardaron para nosotros. La última vez que el Consejo estuvo aquí, hicimos una adaptación teatral de nuestra historia y nuestra humanidad en la pieza "Muntu", en la que precisamente algunos de ustedes estaban presentes. Hoy, al brindarles estas palabras como una ofrenda, mi corazón y mi alma están llenos de aflicción y de esperanza, y, por más contradictorio que parezca,esa es la verdad. Acabo de escuchar el lamento de los hijos de esta tierra. Revivo en mis huesos y oigo en mis oídos las voces de dolor de los "espíritus familiares de la travesía marítima de los esclavos".(1) No es extraño que Ali Mazrui diga que ustedes están enojados con nosotros.(2) Es verdad, a menudo nos enfadamos con nosotros mismos y seguimos clamando "Nunca más". Pero aun cuando digamos "nunca más" y hayamos derrotado el apartheid, cosechamos los torbellinos del racismo a cada momento. Anhelamos ser auténticos, anhelamos descubrir la fuerza con la que ustedes resistieron a la destrucción total de cuanto habían recibido de sus mayores y aun a la aniquilación de toda nuestra especie en este suelo. Ansiamos redescubrir la sabiduría que ustedes demostraron, porque ¿quién sabe? podríamos descubrir así ideas e inspiración para nuestras luchas y conflictos contemporáneos, pues también nosotros nos resistimos a la absorción total en una cultura mundial eurocéntrica que no hemos contribuido a formar. Sabemos que ustedes tienen algo que decirnos.

Te recuerdo, Anowa, tú nos habías enseñado a vivir en armonía con nosotros mismos y con el resto de la creación.

Te recuerdo, Creador, que saliendo del humo y el fuego creados por el hombre, encomendaste a la mujer que enseñara a sus hijos a honrar a Dios y a pedir perdón cuando han hecho daño a otros.

Te recuerdo, Dios de Muchos Nombres, tú nos enseñaste a buscar la reconciliación cuando caemos en la disensión, tú nos diste el padare en el que podemos parlamentar.

Honorables antepasados, nuestra tierra conoce muchos conflictos, y acabo de ser testigo de otros más. Nos afligimos por ustedes y nos afligimos por nosotros mismos. Pero parece que en la misma confusión y ruina, que es África, se encuentra la semilla de la Nueva África dispuesta a germinar para que frica pueda aportar su contribución propia y peculiar a la comunidad mundial.

Queridos antepasados, ustedes tenían una religión, estaban orientados por el Creador. Algunos de ustedes como Nehanda, se aferraron a esa religión hasta el último aliento. Algunos de ustedes la realzaron con los preceptos del Islam, otros la enriquecieron con el cristianismo y muchos pusieron empeño en abandonarla totalmente y nos enseñaron que también nosotros debíamos abandonar sin más esa religión africana. Pero ustedes conservaron lo esencial de la religión entretejida en la cultura que nos transmitieron. No me quejo. También nosotros somos seres creadores, y hemos aceptado el reto de forjar un cristianismo que no anule nuestra africanidad, sino que contribuya a su enriquecimiento mundial. Osamos buscar lo nuevo, porque si nos asustamos de los cambios positivos nos derrumbaremos y sencillamente desapareceremos de la faz de la tierra como pueblo con personalidad propia.

¿No decían ustedes que el que abre un camino no sabe que la senda que deja atrás es sinuosa? También nosotros tenemos que asumir la responsabilidad de nuestras opciones. Pero siento la necesidad apremiante de decir a los que de ustedes escogieron a Cristo que quienes hemos seguido los pasos que ustedes nos trazaron seguimos entristeciendo al Espíritu Santo. Recuerdan ustedes cómo Jesús, nuestro antepasado espiritual, oró por que tengamos paz, y cómo nos deseó plenitud de vida. Esto fue hace casi 2000 años. El mundo ha conocido muy poca paz. Para nosotros en África, la única paz que hemos tenido en los últimos 500 años es la que viene de aceptar nuestra propia deshumanización. No ignoro que algunos de ustedes resistieron a la opresión y pagaron el precio de sus vidas terrenales.

Oigo a Anowa decir "basta ya". Veo el llanto de Jesús ante nuestra incapacidad para descubrir y adoptar lo que construye nuestra paz. Nuestra negativa a cobijarnos bajo su manto maternal le aflige grandemente, ya que los buhoneros que nos rondan están dispuestos a vendernos cualesquiera ideologías y cosmovisiones que convengan a sus bolsillos y alimenten su racismo.

No hace demasiado tiempo que los medios informativos occidentales nos decían que África ha sido "abandonada". Nosotros hicimos nuestro propio análisis y nos armamos de valor, porque nos dimos cuenta de la realidad de cómo la empresas transnacionales se apropiaban los recursos de África y de la nueva manía llamada "mundialización". Conocemos la explotación económica que produce la miseria de África, mientras los africanos enriquecen al Occidente y cada vez más también al Oriente. Tratamos de salir adelante y contamos con ustedes, nuestros antepasados, para acompañarnos en el camino. Hoy se nos recuerda que:

"No es la pobreza material lo que constituye el mayor problema de África en la apuesta por la transformación social. Es la falta de una fuerza vital interior, una voluntad moral y una capacidad para iniciativas perseverantes en la lucha por el cambio positivo"(3)
Hemos atravesado luchas de liberación que ustedes conocen muy bien. Hoy seguimos donde ustedes terminaron... recuperando nuestra humanidad perdida. Hoy es nuestra humanidad misma la que es menospreciada y desdeñada por los poderosos, tanto internos como externos. Hoy aspiramos a una liberación cultural restaurando e incorporando las valiosas normas que ustedes trataron de conservar.

Por eso me atrevo a brindarles estas palabras, a ustedes mis antepasados. Estoy convencida de que nuestras herencias, tanto africana como cristiana, así como la islámica, tienen algo que decirnos. Incluso la herencia occidental puede aprovecharse como contribución positiva. ¿No dijeron ustedes: "Tete wo bi ka, tete wo bi kyere"? [el pasado tiene algo que decir, el pasado tiene algo que enseñar]. Pero el pasado no tiene nada que imponer.

Escúchenme un poco, mis antepasados en Jesús. ¿Qué tiene que enseñarnos el pasado cristiano cuando luchamos con nuestras realidades contemporáneas? ¿Podemos encontrar en África un cristianismo sano y salutífero? Bueno, digan algo. ¡De acuerdo! También ustedes tienen preguntas: ¿Qué hacemos en nuestras organizaciones comunales? ¿Analizamos con cuidado los conceptos de ajuste estructural, de liberalización, de privatización, o limitamos nuestros esfuerzos a "salvar a los que están en peligro y cuidar a los moribundos"? Los oigo instarnos a "Avanzar en el cambio, la transformación, la reconstrucción, para poder sustentar, promover, construir y mantener vidas hermosas en entornos hermosos. Esta es la manera de reivindicar nuestra ascendencia".

Ustedes nos instan a que enfrentemos la impunidad con que violamos la humanidad del prójimo. Tienen mucha razón. Nos prometemos iniciar un nuevo día. Hemos empezado con la sensibilización por lo que respecta a las cuestiones de género. Si las iglesias tuvieran conciencia de las perspectivas, las funciones y la contribución de las mujeres, no perderíamos todo ese potencial.

En cualquier contexto y programa, nos instáis a prestar particular atención a los que el mundo considera "marginales". Nuevas voces ayudarán a dar forma a una nueva África. Hemos prometido ayudar a poner término a las exclusiones sociales en nuestras comunidades; ¿por qué no empezar, entonces, por la Iglesia?

Jesús, tú oraste específicamente por que seamos uno; pero mira lo que hemos hecho de la unidad en este continente. Nos hemos prometido desarrollar un liderazgo con mentalidad ecuménica, sustituir nuestro fundamentalismo confesional por el afán del trabajo en común en la misión. No seremos únicamente colaboradores, sino compañeros, personas que marchan por el camino de Emaús contigo.

Mis estimados abuelos, en 1970, David Barrett hizo una declaración que todavía hoy me hace temer y temblar. Escribió bajo el título "Año 2000, 350 millones de cristianos en África". Puedo ver tu sonrisa porque nos dijiste "Si la fuerza fuese el derecho, el elefante sería el rey de la selva".(4) ¿Qué representa esta fuerza numérica? ¿Qué clase de cristianismo? Pensé en la cebolla que una vez me defraudó en lo profundo de mi ser; llevaba un mensaje teológico. Aquel fruto de la tierra de forma perfecta y piel lustrosa tenía un núcleo hueco. El punto de crecimiento sustentador de vida se había secado. Pregunto, pues, ¿cómo están la teología y la espiritualidad en el corazón del cristianismo africano: secas, podridas o vivas? Nuestra pretensión de jugar un papel depende de la respuesta.

Lo que hoy me hace temer y temblar es que se ve y se trata a África como marginal en todas las esferas de los asuntos mundiales, excepto como fuente de riqueza para otros, y en cuestiones de fe. Islam y cristianismo ocupan lugares muy visibles cuando la gente busca a tientas la paz. De ahí que el observador inquieto tenga que preguntarse: ¿Qué fe? ¿Qué práctica? ¿Qué teología? ¿Qué Iglesia? No sé si recuerdas, antepasado Blyden, que una vez profetizaste que África llegaría a ser fuente de espiritualidad para el mundo entero.(5) No sé si estamos entrando en el ámbito de esta profecía. Lo que sé es lo que yo misma me pregunto, y quizás tú puedas ayudarme a comprender: "¿Cómo puede el cristianismo, pese al legado decimonónico de su impronta occidental, llegar a ser un marco de referencia para la expresión de los ideales africanos de vida?"

Viviendo con nuestra historia, declaramos que el siglo XX es el siglo del cristianismo para África. Ustedes estarán de acuerdo en que, aun cuando las iglesias de los primeros siglos cristianos se concentrasen en las costas de este continente, este siglo que ahora se extingue ha sido testigo de una presencia más espectacular del cristianismo. La Iglesia ha crecido, ciertamente, pero parece que poco ha cambiado desde 1951 cuando se dijo que "la Iglesia ha crecido evangélicamente sin la correspondiente madurez teológica, litúrgica y económica." Es preciso "enfrentarse deliberadamente con esta situación lamentable." Es comprensible la preocupación de que, bajo el agobio del cambio político y social, el cristianismo organizado pueda empezar a desintegrarse en el centro mientras se expande todavía en la periferia.(6)

Bien, honorables antepasados, ustedes saben que estamos en expansión, hay muchas más iglesias, muchos más misioneros extranjeros, muchos más movimientos carismáticos y muchas más personas que confiesan a Cristo como su salvador personal. Hay muchos que dejan que Cristo se ocupe de su enemigo, el Diablo, o están empezando a hacerlo. También nosotros queremos dejar detrás nuestro un camino de fe, y en ello trabajaremos fielmente.

No nos engañamos a nosotros mismos. Cuando protestamos contra la imagen sombría de África proyectada en los medios de comunicación occidentales, lo hacemos muy conscientes de nuestra propia complicidad y de la explotación interna. Bessie Head ha observado que "las raíces del engaño y el robo" están en el "desprecio a la gente".

Quienes llevan el timón de los asuntos de África o se relacionan con África dicen que la gente "no sabe nada simplemente porque no leen ni escriben".(7) Nos despreciamos a nosotros mismos por cuanto otros nos desprecian, mientras que proclamamos que la sabiduría no viene de leer y escribir muchos libros. Somos conscientes de nuestros "defectos sociales". Experimentamos o infligimos "una forma de crueldad, propiamente despecho, que parece tener su origen en prácticas de brujería. Es una presión sostenida de tortura mental que reduce a sus víctimas a un estado de terror permanente. Y una vez que comienzan contigo no saben dónde detenerse hasta que te vuelves completamente loco. Entonces se ríen."(8)

En la segunda mitad de este siglo, como en la primera, hemos visto a políticos, colonos, civiles y militares hacer esto a quienes los desafiaban. En otro contexto, esto es una imagen del estrangulamiento económico de África por los poderes monetarios mundiales que hace que Mazrui se pregunte: "¿Hay vida después de la deuda?"(9)

Si no podemos salir victoriosos, entonces no somos hijos de ustedes. En medio de toda esta brujería monetaria, Mazrui nos asegura que África tiene una palanca, porque poseemos lo que él llama "contrapoder". El contrapoder se define como "poder ejercido por los que son más débiles en términos absolutos sobre los más fuertes en medidas absolutas". En efecto, dice, incluso ser deudor da poder; porque "la amenaza de no pagar hace vulnerable al acreedor".(10) Hay un endeudamiento mutuo que desde el punto de vista cristiano sólo puede resolverse por la condonación de las deudas. No otra cosa dice o hace la Iglesia de África con respecto a esta situación económica que parece estar en el meollo de la denigración de nuestra humanidad.(11) En 1995, la Conferencia de Iglesias de Toda el África convocó una consulta sobre "Democracia y Desarrollo en África: El Papel de las Iglesias". Las actas fueron después publicadas bajo la dirección de J.N.K. Mugabi. En este volumen encontramos algunas pistas para nuestra búsqueda.

Nananom, estás con nosotros y eres testigo de que la perspicacia política de los organismos religiosos está a un nivel muy bajo en África. La ruptura brusca de las estructuras que te sirvieron no nos ha servido, y cuando continúan están a menudo en conflicto con la occidentalización impuesta. Tenemos todavía iglesias y mezquitas, que tienen la oportunidad de llegar a las vidas de las personas por lo menos semanalmente, por no hablar de los encuentros cotidianos e individuales con esas raíces vivas de nuestras naciones. Pero uno se pregunta todavía: "¿Cómo se utiliza esta disponibilidad de la gente?"

Los partidos políticos utilizan sus oportunidades para inducir a la gente a que se una en torno a los intereses del partido, que se supone coinciden también con los mejores intereses de la nación. Pero los resultados son ambiguos, porque mientras invocan las necesidades del pueblo, nuestros dirigentes políticos se ven obligados a aplicar "proyectos de democratización y control de la población concebidos desde fuera". Las exigencias de la mundialización son ajustes económicos estructurales que hacen recaer sobre los pueblos mismos la responsabilidad de seguir con vida, y sobre la comunidad en su función de "sociedad civil". Antepasados míos, estoy confuso. "¿Para qué sirven nuestros impuestos aparte del mantenimiento de los ejércitos y de una fuerza de policía mal equipada?" Los complejos problemas políticos y económicos nos han desbordado y han conducido a un deterioro social que ha hecho que la gente se afane en busca de apoyo espiritual. "¿Cuál es la respuesta de las iglesias?"

La consulta antes mencionada advierte claramente que "Es engañoso y peligroso predicar un Evangelio de Prosperidad en medio de la pobreza masiva." Es engañoso porque no invitamos a la gente a un análisis de "las cortapisas socioestructurales que impiden a muchas comunidades africanas disfrutar de una vida digna".(12) Es peligroso porque pretendemos que la religión es "un agente de bienestar" pero no capacita a los pueblos para procurarse ese bienestar. Y, sobre todo, es engañoso seguir enseñando que la religión y la política no se mezclan, cuando ambas aspiran a conseguir el bienestar de los pueblos. Es engañoso porque, mientras no estamos en la tumba, no nos atrevemos a separar cuerpo y alma, y, por consiguiente, tenemos que cuidar de que la religión sirva a nuestra humanidad.

Queridos antepasados, ustedes entregaron al pueblo como mano de obra, y después entregaron la tierra para ser colonizada. Ustedes fueron los primeros afectados por la mundialización de nuestra economía. Ustedes pasaron del maíz al café para cumplir las condiciones del comercio. Ustedes se vieron obligados a abandonar la gestión tradicional del Estado para pasar a la categoría de Estados modernos y formar parte de la "ola negra" que entró en las Naciones Unidas en los años sesenta de este siglo.(13) En el proceso nosotros, los hijos de ustedes, hemos sido incorporados a una cultura mundial eurocéntrica. No digo que todo sea malo sin ambigüedad. Con los idiomas imperiales algunos de nosotros, sus hijos, podemos comunicarnos más allá de nuestra lengua materna. Pero, hablemos o no esas lenguas, estamos sujetos a leyes "internacionales" eurocéntricas que no hemos contribuido a forjar. Sé que dirán, ya lo sé: "Pero ustedes pueden cambiar algunas de ellas". Tenemos que desprendernos de este sentimiento de inferioridad cuidadosamente aderezado por algunos, que experimentamos frente a la ciencia y la tecnología occidentales. Sé que dirán que la tecnología no tiene raza y que en su ámbito han penetrado algunos que no eran de origen europeo y no han conocido la colonización. Estoy de acuerdo, y añadiré: "eso han hecho algunos pueblos antaño coloniales". Nada nos impide sumarnos a ellos.

Ustedes, nuestros antepasados, han afirmado que permanecerían presentes para alentarnos a trabajar, así es que también pueden sentirse a gusto en el cristianismo mundial. Nunca más nos uniremos a quienes los consideran a ustedes demonios en sus traducciones y en su teología. Hoy vemos que el pluralismo cultural y religioso es una realidad mundial. Afirmamos pues que para tomar este factor en serio es preciso que tomemos la religión africana en serio. Aquellos de nosotros que somos cristianos deberemos aprender a ser al mismo tiempo auténticamente africanos y auténticamente cristianos. Tenemos que esforzarnos por contribuir al cristianismo mundial y a un ecumenismo cristiano.

Necesitamos disentir, y aunque tomamos una distancia crítica de las culturas locales, que vemos como deshumanizadoras, debemos permanecer fieles a nuestra herencia africana. Esto significa que todo cambio estimulado desde fuera ha de ser examinado con minuciosidad, porque también nosotros tenemos la responsabilidad de contribuir a cambiar y a forjar la historia y la cultura mundiales.

Ustedes han oído los testimonios que yo he oído hoy. Nuestro empeño es reducir el dominio opresor del Occidente sobre África. El acentuado eurocentrismo de los últimos quinientos años ha hecho que la cultura mundial lleve también su impronta. Tenemos que luchar más deliberadamente para construir sobre los valores que ustedes forjaron a partir de la experiencia que tenían. Necesitamos una visión totalmente nueva de nosotros mismos y una actitud positiva que suscite perspectivas innovadoras. Tanto Idowu como Mazrui describen a África como una mujer. Perdono su sexismo. Mazrui describe a África como una mujer con la expresión "el continente hembra": pasiva, paciente y penetrable".(14) En su obra African Traditional Religion: a Definition, Idowu compara lo que las naciones poderosas esperan de África con lo que la mayoría de las sociedades esperan de las mujeres:

"Cuando se comporta debidamente y acepta una posición inferior, obtiene la benevolencia que reclama su pobreza, y ella se muestra por eso profunda y humildemente agradecida. Si por alguna razón se propone ser enérgica y reclamar un trato de igualdad, suscita reprobación; es vituperada; es perseguida abiertamente o por medios indirectos; se la obliga a estar en conflicto consigo misma..."(15)
Igual que las mujeres protestan contra esos estereotipos, así África debe rechazar esta tipología femenina. Hemos contribuido a cambiar el mundo. Hemos participado en la evangelización de África, desde los orígenes mismos del cristianismo tanto como durante los siglos posteriores. Nuestro deber es señalar nuestra contribución para ayudar a la posteridad a cultivar su autoestima.

Por el momento seguimos sujetos a la esfera de influencia occidental y parecemos incapaces de afirmar nuestra interdependencia para alimentar la autoestima de nuestros hijos. El Occidente sigue determinando la manera en que gobernamos nuestras economías y aplicamos nuestras políticas, porque ellos nos necesitan como mercado y como espacio de inversión. Nuestros recursos contribuyeron a desarrollar su mundo, y podemos hacer que refuercen nuestras estructuras regionales. Podemos y debemos pensar a nivel panafricano. Podemos y debemos pensar y trabajar en favor del cambio. Lo hemos hecho en Sudáfrica, donde rescatamos nuestra humanidad de las garras del racismo. ¿Cómo utilizará Sudáfrica, en África y en el mundo, esta dignidad recién nacida?

El mundo extrae minerales de África y en las Naciones Unidas tenemos un poder numérico. ¿No deberíamos utilizarlo para hacer que las empresas transnacionales sean más responsables? Por medio del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional,a mi parecer, la comunidad mundial ha sacralizado el dinero y lo ha puesto incluso por encima de la política. ¿Podríamos dejar nuestros diamantes, oro y petróleo en las entrañas de la tierra africana, si no podemos hacer que aboguen por el bien de África?

Nos hemos cristianizado en gran medida; ¿podríamos comenzar a influir sobre la forma del cristianismo mundial, o por lo menos desarrollar nuestra propia práctica peculiar africana y nuestra expresión de la fe? Quién sabe lo que otros pueden encontrar en las palabras que les dirigimos; por lo menos cultivaremos y enriqueceremos la diversidad y la variedad de las maneras de vivir la fe. Contribuiríamos a hacer la historia del critianismo y demostraríamos el significado universal de la venida de Jesucristo. El cristianismo occidental ha sido sobre todo una fuerza "desafricanizadora", pero no necesita seguir siéndolo. Ustedes, antepasados, esperan de nosotros algo mejor. Así pues, con ustedes en la gran nube de testigos, invito a mis hermanas y hermanos de origen africano a la conversión y al compromiso. Es lo menos que podemos hacer.


Llamamiento a la conversión y al compromiso

Volvamos a nosotros mismos al volvernos a Dios, para poder avanzar con integridad.
Nunca más caminaremos de puntillas.
Nunca más soportaremos la humillación.
Reafirmemos las maneras africanas que contienen semillas de humanización para toda la humanidad.
Rechacemos las leyes que sirven a los intereses de los legisladores para el infortunio del pueblo.
Nunca más nos atormentaremos con insurrecciones y luchas religiosas.
Nunca más toleraremos la desafricanización realizada desde fuera.
Rehusemos la occidentalización disfrazada de cristianización.
Nunca más callaremos frente a políticas extranjeras oportunistas como en mercados abiertos y liberalización que venden nuestro patrimonio a todos los postores por un plato de lentejas.
Nunca más nos aprovisionaremos trasplantando estilos de vida extranjeros sin tener el suelo adecuado en el que puedan hacernos prosperar.
Desechemos la ineficiencia, la mala gestión, la corrupción y nuestras estrechas definiciones de quién está en nuestra comunidad y quién pertenece a ella.
Nunca más nos contentaremos con vivir como cazadores y recolectores, sin una cultura de preservación y creadora y mostrándonos resignados ante la muerte y el deterioro de las infraestructuras.
Lo prometemos a ustedes y a nosotros mismos ante esta gran nube de testigos mundiales, visibles e invisibles.
Nunca más caminaremos de puntillas por el mundo, que es la creación de Dios y nuestro patrimonio común.


Notes:
1. Howardena Pindell, Autobiografía, Water/Ancestors/Middle Passage/Family Ghosts, 1988; reproducción de una pintura titulada: The Black Aesthetics, mes de octubre del Calendario de 1998 de African American Arts (Wadsworths Atheneum).
2. Tenía en mente las investigaciones de Ali A Mazrui sobre la cultura africana cuando hice este análisis de nuestras experiencias contemporáneas en Africa, creyendo, como él, que África está en una fase crítica en la que la cultura debe ocupar el lugar central. Véase su libro y vídeo The Africans: a triple heritage, Little, Brown and Company, Boston & Toronto, 1986.
3. Véase documento del CMI acerca del "Plenario sobre África" de la Octava Asamblea del CMI, Harare 1998.
4. David Barrett,IRM, vol. 159, No 233, Londres, 1970, págs.39-54.
5. Blyden, Edward Wilmot, "Ethiopia Streching Out Her Hands to God or Africa's Service to the World" en Christianity, Islam and the Negro Race, Edimburgo, Edinburgh University Press, 1967, pág. 124; véase Kwame Bediako, Christianity in Africa, Edinburgh University Press, & Orbis Books, 1995, págs.6-14.
6. The Missionary Factor in East Africa, Segunda edición. Longmans, 1951.
7. Bessie Head, A Question of Power, Heinemann, Oxford, 1974, pág.133.
8. Bessie Head, op.cit., pág.137.
9. Mazrui, pág.314.
10. Mazrui, págs.314 y 315.
11.Yo entiendo por denigración de-nigración, una tentativa de emblanquecer nuestra humanidad, destruir nuestra africanidad, transformarnos en sombras de otros.
12. Mugambi, pág.33.
13. Palabras de Ruth Engo en su exposición sobre "The UNO and Africa" en una conferencia sobre África celebrada en Stony Point, Estados Unidos de América, en 1998.
14. Mazrui, pág.303.
15. E, B. Idowu, African Traditional Religion: A Definitio, pág.77.

Compromiso para avanzar juntos por el camino de la esperanza

NUESTRA AFIRMACIÓN

ORADOR 1:
Ante ti, oh Dios, Creador del universo, consuelo de afligidos y dador de vida, en presencia de nuestros antepasados y de las gentes venidas de todos los rincones de la tierra,

afirmamos, en este mismo suelo que tú nos ofreciste como don que debíamos mantener de generación en generación,

la renovación de nuestra fe en tu nombre, por saber que en ti todas nuestras tristezas y nuestras penas se convertirán en alegría y esperanza.

TODOS:
Sabemos que, sólo buscando a Dios, pudieron nuestros antepasados sobrevivir, resistir a la esclavitud y la despoblación, a la ocupación colonial y la decadencia cultural, a la invasión religiosa e ideológica, y alabar a Dios con alegría y esperanza incluso en medio de sus sufrimientos.

Estas son historias de vida y dignidad, de valor y sacrificio, que inspiraron a los padres y madres fundadores del panafricanismo y a los pioneros de la independencia africana.

Recobramos hoy esta realidad y la ofrecemos a la siguiente generación.

ORADOR 2:
Escuchamos con el corazón lo que el Espíritu trata de infundir a las iglesias y la respuesta que hoy le da el pueblo de Dios que vive en África.

Gracias a la libertad del Espíritu nos hemos convertido en hijos e hijas de Dios, ya que el espíritu que recibimos no nos reducirá de nuevo a la esclavitud y al temor.

TODOS:
Por eso nos negamos a ser gobernados por decreto o a ser rehenes de los poderes y los principados de este mundo.

Nunca más seremos esclavizados por nadie ni por nada. Y nada nos hará volver a los días de la opresión y de la explotación.

ORADOR 1:
Oh Dios, al buscarte nos acercamos unos a otros. Y construiremos sobre las ruinas del pasado una nueva visión de vida y justicia que traiga la esperanza a nuestro pueblo.

TODOS:
En nuestro propio nombre y en el de todos los hijos e hijas de este gran continente, y en presencia de esta asamblea ecuménica, reclamamos nuestra dignidad como africanos, en este continente y en la diáspora.

Nosotros compartimos una misma identidad con el resto de la humanidad y afirmamos nuestro lugar especial en la historia de la humanidad.

    (REDOBLE DE TAMBORES)


NUESTRA PROCLAMACIÓN

ORADOR 2:
Que los que dicen que África es un continente sin esperanza tomen conciencia de que nosotros formamos parte del pueblo de Dios que está llamado a alegrarse en la esperanza.

Esta fértil tierra a la que pertenecemos es rica en oro y en plata, así como en petróleo, que sustenta y proporciona energía a la humanidad. Es una tierra sagrada llena de vestigios del pasado y de fuentes de vida.

TODOS:
Pero nuestro pueblo sigue siendo pobre y se siente aplastado por el gran peso de la deuda. Y nos sentimos apesadumbrados ante las avasalladoras leyes del comercio mundial, que nos privan de nuestros preciosos bienes, que se venden a bajo precio en el mercado mundial.

ORADOR 1:
¡Ante Dios creador y en presencia del pueblo de Dios, proclamamos el año del Señor!

TODOS:
Hacemos un llamamiento en favor de la cancelación de la deuda.

De modo que nuestro país pueda libremente producir lo que nuestros hijos necesitan.

Y que todo préstamo futuro cuente con el consentimiento de nuestro pueblo. Porque sólo entonces nos haremos responsables de recibirlo y de reembolsarlo.

ORADOR 2:
Que el Espíritu Santo venga a nosotros y cambie nuestros corazones y nuestra condición de modo que nosotros no nos convirtamos en una carga para nosotros mismos y para el pueblo al que servimos.

TODOS:
Que el Dios de vida guíe nuestros pasos y nuestras mentes para que no sigamos en vano este camino de la esperanza.

ORADOR 1:
Nosotros, pueblo africano, juntamente con las iglesias en esta Asamblea, reconocemos que la corrupción es una realidad mundial que se da con harta frecuencia en muchas de nuestras instituciones y en nuestros gobiernos.

La corrupción es un pecado de inmorales y criminales consecuencias. Nos arrepentimos de ese pecado que se da entre nosotros y, al mismo tiempo que pedimos perdón a Dios, proclamamos nuestra determinación de erradicarlo y de restablecer la integridad en todas nuestras instituciones. Reconocemos también, y rechazamos, las tendencias a la mundialización, que fomentan la corrupción y son causa de pobreza entre nuestras gentes.

    (REDOBLE DE TAMBORES)


NUESTRO PACTO CON DIOS

TODOS:
Nosotros, pueblos e iglesias de África, damos gracias por las muchas bendiciones que hemos recibido de Dios.

ORADOR 1:
Reconocemos que ha habido y sigue habiendo dirigentes africanos responsables de crímenes contra sus propios hermanos.

TODOS:
Nos arrepentimos ahora de haber pecado unos contra otros, y te rogamos, oh Dios, que des a nuestra tierra la salud que necesita y que nos libres de todo mal.

ORADOR 2:
Nuestros corazones anhelan verse libres de la desesperación, de modo que podamos perseverar en la fe basados en la promesa de Dios de restablecer nuestra dignidad y de hacer realidad nuestros sueños.

TODOS:
Que Dios nos conceda la sabiduría y el conocimiento necesarios para canalizar la buena voluntad cada vez mayor del pueblo hacia una nueva visión de la vida para nuestros pueblos de África y para el resto del mundo.

ORADOR 2:
Renovemos nuestra fe en el Dios de amor en quien nuestro futuro está a salvo y nuestra pena se convierte en gran alegría.

TODOS:
Nosotros, africanos del continente y de la diáspora,

Habiendo tomado conciencia nuevamente de nuestro difícil pasado,

pero inspirados por las historias de resistencia, valor y sacrificio, de que fueron protagonistas nuestros antepasados,

y fortalecidos por signos de esperanza como la creciente aceptación del sistema democrático, el fin del régimen de apartheid y la Comisión de Verdad y Reconciliación de Sudáfrica,

renovamos nuestro compromiso de reconstruir y rehacer nuestras comunidades, y de trabajar incansablemente por un futuro de África lleno de vida en abundancia.

También nos comprometemos a:

continuar la tarea inacabada de transformar nuestros sistemas e instituciones sociales, políticos y económicos en favor de una sociedad justa y no excluyente;

promover y fomentar la paz y la reconciliación entre nuestros pueblos y comunidades;

establecer valores éticos apropiados en las esferas del trabajo, el gobierno y la gestión de la sociedad, y mantener una actitud responsable para con la creación;

hacer cuanto esté en nuestras manos para terminar con la plaga del VIH/SIDA;

afirmar el derecho de los niños africanos a un futuro mejor, que les ayudaremos a forjar con toda nuestra fuerza y toda nuestra capacidad;

Así pues, renovamos nuestro pacto con Dios y nos comprometemos a hacer realidad esas promesas, e invitamos a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, y especialmente a esta Asamblea, a acompañarnos en este camino de esperanza.

ORADOR 1:
Uunque algunos nos relegan al último lugar, nosotros, cuna de la humanidad, sabemos que Dios también nos amó los primeros. Aunque algunos nos rechazan, nosotros les damos la bienvenida a la casa de Dios.

ORADORES Y TODOS:
Y buscaremos nuevamente a Dios con la alegría de la esperanza.

(REDOBLE DE TAMBORES - CANTO DE JUBILO)


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